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verdaderamente convertidos al Señor. Sólo por el
kerygma
se produce la
posibilidad de la verdadera iniciación cristiana. Por lo tanto, la Iglesia debe
trabajar para asegurar el continuo anuncio de la verdad del Evangelio,
incluyendo oportunidades fuera de la Misa para que el Cuerpo de Cristo
comparta sus experiencias personales de Cristo. Cada miembro de la Iglesia
está llamado a conectar su experiencia de Cristo con la historia general de
la salvación.
“El testimonio de los cristianos, cuya vida está llena de la esperanza de
Cristo, abre a Cristo los corazones y las mentes de los que los rodean. Esta
apertura a Cristo es un momento de conversión (
metanoia
)”.
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Es el momento
en que la vida de una persona se reorienta a Cristo, cuando —por la
gracia— entra en una relación con él y así entra en una relación con la
comunidad de creyentes, la Iglesia. En
Ecclesia in America
, se explica que la
conversión tiene un vínculo íntimo con el encuentro con Cristo:
El encuentro con el Señor produce una profunda transformación
de quienes no se cierran a Él. El primer impulso que surge de esta
transformación es comunicar a los demás la riqueza adquirida en la
experiencia de este encuentro. No se trata sólo de enseñar lo que
hemos conocido, sino también, como la mujer samaritana, de hacer
que los demás encuentren personalmente a Jesús: “Venid a ver”
(Jn 4,29). El resultado será el mismo que se verificó en el corazón
de los samaritanos, que decían a la mujer: “Ya no creemos por tus
palabras; que nosotros mismos hemos oído y sabemos que éste es
verdaderamente el Salvador del mundo” (Jn 4,42). La Iglesia, que
vive de la presencia permanente y misteriosa de su Señor resucit-
ado, tiene como centro de su misión “llevar a todos los hombres al
encuentro con Jesucristo”.
36
“El propósito de esta evangelización es dar lugar a la fe y la conversión
a Cristo. La fe implica una transformación profunda de la mente y del
corazón, un cambio de vida, una ‘
metanoia
’”.
37
La evangelización no busca
invitar a las personas a experimentar tan sólo un momento de conversión,
sino a experimentar el proceso de conversión gradual y de toda la vida:
atraer a todas las personas hacia una relación más profunda con Dios,
participar en la vida sacramental de la Iglesia, desarrollar una conciencia
madura, sostener la propia fe a través de la catequesis continua e integrar
la fe en todos los aspectos de la propia vida. “La finalidad de la catequesis,