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comunión perfecta de la Santísima Trinidad, donde todo encuentra
su unidad. Él construye la comunión y la armonía del Pueblo de
Dios. El mismo Espíritu Santo es la armonía, así como es el vínculo
de amor entre el Padre y el Hijo. Él es quien suscita una múltiple y
diversa riqueza de dones y al mismo tiempo construye una unidad
que nunca es uniformidad, sino multiforme armonía que atrae. La
evangelización reconoce gozosamente estas múltiples riquezas que el
Espíritu engendra en la Iglesia.
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La vida litúrgica de la Iglesia (Bautismo, Primera Comunión,
Matrimonio, Misa dominical, en verdad todos los sacramentos y otras
celebraciones litúrgicas) es una fuente natural de acompañamiento y de
consuelo para los fieles cristianos, que también construye comunidad.
Cuando se celebra bien la liturgia de una parroquia, se fortalece la fe de los
miembros de la comunidad. Es también una puerta a la evangelización. La
comunidad de fe es un lugar de invitación, acogida y hospitalidad, sobre
todo para los que están acercándose o regresando a la Iglesia.
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La liturgia
de la Iglesia, por su misma naturaleza como anuncio y promulgación de la
Buena Nueva de la salvación, es un acto evangélico: “La Iglesia evange-
liza y se evangeliza a sí misma con la belleza de la liturgia, la cual también
es celebración de la actividad evangelizadora y fuente de un renovado
impulso donativo”.
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La hermandad y la solidaridad mutua en la comunidad de fe es tam-
bién un reflejo de la Trinidad. “El misterio mismo de la Trinidad nos
recuerda que fuimos hechos a imagen de esa comunión divina, por lo cual
no podemos realizarnos ni salvarnos solos . . . La aceptación del primer
anuncio, que invita a dejarse amar por Dios y a amarlo con el amor que Él
mismo nos comunica, provoca en la vida de la persona y en sus acciones
una primera y fundamental reacción: desear, buscar y cuidar el bien de los
demás”.
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La comunidad de fe, la parroquia, no permanece centrada en sí
misma, sino que por el contrario envía discípulos en misión.
4. Enviar
La evangelización lleva a los discípulos a aceptar el deseo de Dios de
enviarlos en misión.
San Juan Pablo II afirmó en
Redemptoris Missio
que la primera forma de
evangelización es el testimonio: “El hombre contemporáneo cree más a los