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testigos que a los maestros; cree más en la experiencia que en la doctrina,
en la vida y los hechos que en las teorías. El testimonio de vida cristiana es
la primera e insustituible forma de la misión: Cristo, de cuya misión somos
continuadores, es el ‘Testigo’ por excelencia (Ap 1,5; 3 14) y el modelo
del testimonio cristiano. El Espíritu Santo acompaña el camino de la
Iglesia y la asocia al testimonio que él da de Cristo (cf. Jn 15,26-27)”.
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A
medida que llegan a conocer y amar al Señor, los discípulos experimentan
la necesidad de compartir con otros su alegría anunciando a Jesucristo, no
sólo con palabras, sino también a través del servicio a los más necesitados.
Esto es lo que significa construir el Reino de Dios y ser discípulo misionero.
“La misión es inseparable del discipulado, por lo cual no debe entenderse
como una etapa posterior a la formación, aunque se la realice de diversas
maneras de acuerdo a la propia vocación y al momento de la maduración
humana y cristiana en que se encuentre la persona”.
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El papa Francisco nos pregunta: “¿Adónde nos envía Jesús? No hay
fronteras, no hay límites: nos envía a todos. El Evangelio no es para
algunos sino para todos. No es sólo para los que nos parecen más cercanos,
más receptivos, más acogedores. Es para todos. No tengan miedo de ir y
llevar a Cristo a cualquier ambiente, hasta las periferias existenciales, tam-
bién a quien parece más lejano, más indiferente. El Señor busca a todos,
quiere que todos sientan el calor de su misericordia y de su amor”.
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Nos convertimos en discípulos misioneros cuando llevamos nues-
tro encuentro con Jesucristo al mundo. El papa Francisco usa el término
discipulado misionero
a menudo y presenta una visión clara del término en
Evangelii Gaudium
. Nos recuerda que todos los bautizados están llamados a
ser discípulos misioneros y que la evangelización eficaz no siempre requiere
de educación formal o de una larga formación.
En virtud del Bautismo recibido, cada miembro del Pueblo de
Dios se ha convertido en discípulo misionero (cf. Mt 28,19). Cada
uno de los bautizados, cualquiera que sea su función en la Iglesia
y el grado de iluminación de su fe, es un agente evangelizador, y
sería inadecuado pensar en un esquema de evangelización llevado
adelante por actores calificados donde el resto del pueblo fiel sea
sólo receptivo de sus acciones. La nueva evangelización debe impli-
car un nuevo protagonismo de cada uno de los bautizados. La nueva
evangelización debe implicar un nuevo protagonismo de cada uno
de los bautizados. Esta convicción se convierte en un llamado