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y la formación espiritual en la parroquia. Sin el profundo aliento de la
oración, nuestros esfuerzos perderán fervor, se fragmentarán y, en última
instancia, se harán infructuosos. La oración es el fundamento de todos
los esfuerzos de planificación pastoral y lleva a una mayor intensificación
de nuestro ministerio y misión. En cuanto tal, el ministerio centrado en
la misión se preocupa siempre de dar buenos frutos que perduren (véase
Jn 15,16).
2. La planificación eficaz para el ministerio
se centra en la fructificación
La parroquia debe preocuparse de dar fruto a lo largo del proceso de discip-
ulado. Este cambio de enfoque asegura que la atención se dirija a podar lo
que es ineficaz para que puedan darse vida y frutos nuevos. A lo largo de las
Escrituras, la metáfora del fruto se usa muchas veces y de muchas maneras
en referencia a la misión. Jesús ordena a los discípulos que “vayan y den
fruto y su fruto permanezca” (Jn 15,16). El trabajo de la planificación pas-
toral debe dar fruto y también implicar una poda eficaz a través de la plani-
ficación, organización e implementación para que puedan darse la vida y el
brote nuevos. Jesús nos recuerda que el Padre “al sarmiento que no da fruto
. . . lo arranca, y al que da fruto lo poda para que dé más fruto” (Jn 15,1-
2). El estado o la eficacia de nuestros esfuerzos en la planificación pastoral
debe ser visible porque el fruto es claramente visible. El papa Francisco nos
invita a orientar todos los esfuerzos de planificación pastoral a este fin. “La
comunidad evangelizadora siempre está atenta a los frutos, porque el Señor
la quiere fecunda. Cuida el trigo y no pierde la paz por la cizaña. El sembra-
dor, cuando ve despuntar la cizaña en medio del trigo, no tiene reacciones
quejosas ni alarmistas. Encuentra la manera de que la Palabra se encarne
en una situación concreta y dé frutos de vida nueva, aunque en apariencia
sean imperfectos o inacabados”.
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Un marco de planificación centrado en la fructificación sugiere un
enfoque del ministerio pastoral que discierna lo que será fructífero, lo que
necesite ser podado y cómo la cizaña será separada del brote nuevo. Esto
significa, al inicio del proceso, identificar el fruto y los resultados gene-
rales que una parroquia o diócesis desea para su ministerio y alinear los
programas y ministerios para lograr este resultado. Los resultados deseados
también deben estar conectados con la misión y ministerio general de la
Iglesia. Por ejemplo, una parroquia identifica a través de la oración que su