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feligreses nuevos y establecidos, especialmente niños y jóvenes, adultos

jóvenes, recién casados ​y padres, divorciados o viudos, inmigrantes, perso-

nas que buscan ayuda y los que se sienten alejados de la Iglesia. Se fomenta

un sentido de acogida con palabras cálidas del párroco, ofreciendo la Misa

y el Sacramento de Penitencia y Reconciliación en momentos conveni-

entes, asegurando la accesibilidad del culto y la inclusión para discapac-

itados físicos y mentales, y usando diversos idiomas, donde sea necesario.

Los discípulos encuentran la comunión en sus familias, su parroquia y las

relaciones con los demás.

Preguntas para la reflexión:

• ¿Cómo cultivamos un espíritu

communitario y misionero dentro de nues-

tra familia?

• ¿Hay áreas en las que debemos trabajar para fortalecer nuestra familia

como comunidad de fe?

• ¿De qué maneras podemos ofrecer más formación permanente y apoyo

para la vida familiar?

• ¿Cómo podemos llegar a ser una comunidad parroquial más acogedora?

¿

Qué áreas requieren crecimiento?

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El compromiso de vivir la vida cristiana es un elemento esencial de la cul-

tura del testimonio. Damos testimonio de la vida cristiana viviendo nues-

tras respectivas vocaciones. Como nos dice san Pedro, debemos estar “dis-

puestos siempre a dar, al que las pidiere, las razones de [nuestra] esperanza”

(1 P 3:15). Debemos buscar maneras de compartir con otros la manera en

que hemos experimentado el amor salvífico de Jesucristo. Como dijo el

beato Pablo VI: “En el fondo, ¿hay otra forma de comunicar el Evangelio

que no sea la de transmitir a otro la propia experiencia de fe?”

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La pro-

fesión pública de la propia fe a través de obras de caridad y justicia —que

promueven la solidaridad, la paz y la corresponsabilidad por la creación—

edifica el Reino de Dios. La justicia social y las oportunidades misioneras

directas ofrecen encuentros poderosos con la persona de Jesús y su Iglesia.

La dignidad innata de la persona humana es el fundamento de una visión

moral para la sociedad. La vida humana es sagrada. Toda persona tiene el