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Primera Parte. El Credo: La Fe Profesada
cuerpos de los difuntos deben ser tratados con respeto y caridad en la
fe y la esperanza de la resurrección. Enterrar a los muertos es una obra
de misericordia corporal (cf. Tb 1:16-18), que honra a los hijos de Dios,
templos del Espíritu Santo” (CIC, no. 2300). Los ritos que acompañan
el respeto por el difunto incluyen el velatorio, el funeral en sí y la
inhumación del cadáver o la cremación del fallecido en el cementerio.
La participación en estos ritos hace posible que amigos y otras personas
puedan mostrar reverencia hacia el fallecido, recen juntos por el eterno
descanso de este y den a la familia del fallecido su apoyo con oraciones.
FUNERALES CRISTIANOS
La liturgia funeral cristiana nos dice que la vida ha cambiado, no que ha
acabado. Los funerales son actos de fe. En el diálogo entre Marta y Jesús
justo antes de la resurrección de Lázaro, Jesús le dice: “Tu hermano
resucitará”. Ella contesta: “Ya sé que resucitará en la resurrección del
último día”. Jesús entonces se identifica a sí mismo como la Resurrección
y la Vida, y le pregunta: “¿Crees tú esto?” Ella responde: “Sí, Señor. Creo
firmemente que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir
al mundo” (cf. Jn 11:17-27). Nosotros expresamos esta misma creencia
en los funerales cristianos. Jesús, quien camina con nosotros a lo largo
de todos los demás acontecimientos de nuestra vida, está presente en
nuestros funerales, la liturgia del paso de la muerte a la vida eterna. Las
preparaciones para un funeral tienen que incluir una Misa y un entierro
en un cementerio católico cuando esto sea posible.
Es preferible que el cuerpo sea enterrado en un cementerio católico o
en un columbario (un repositorio para los restos cremados) consagrado
para este fin. Enterramos el cuerpo o los restos cremados de una persona
una vez que han sido bañados con el agua bautismal, ungidos con los
óleos de la Confirmación y del sacramento de la Unción de Enfermos y
alimentado con la Eucaristía.
La Iglesia prefiere el enterramiento del cuerpo, pero permite la
cremación. “La Iglesia permite la incineración cuando con ella no
se cuestiona la fe en la resurrección del cuerpo” (CIC, no. 2301). En
aquellos casos cuando se planea la cremación, la Iglesia exhorta a que si es