Capítulo 15. El Bautismo: Hacerse Cristiano
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LOS SACRAMENTOS DE LA INICIACIÓN CRISTIANA
Los Sacramentos de la Iniciación —Bautismo, Confirmación y la
Eucaristía— son los cimientos de la vida cristiana. “Con el Bautismo y
la Eucaristía, el sacramento de la Confirmación constituye el conjunto
de los ‘sacramentos de la iniciación cristiana’, cuya unidad debe ser
salvaguardada” (CIC, no. 1285). Comenzamos en este capítulo con
el estudio del Bautismo y trataremos los otros dos sacramentos en los
capítulos siguientes.
MURIENDO Y RESUCITANDO CON CRISTO
Todos los que hemos sido incorporados a Cristo Jesús
por medio del Bautismo, hemos sido incorporados a su
muerte. En efecto, por el Bautismo fuimos sepultados
con él en su muerte, para que, así como Cristo resucitó
de entre los muertos por la gloria del Padre, así también
nosotros llevemos una vida nueva.
—Rm 6:3-4
El Bautismo constituye el nacimiento a la vida nueva
en Cristo. Según la voluntad del Señor, es necesario
para la salvación, como lo es la Iglesia misma, a la que
introduce el Bautismo.
—CIC, no. 1277
En su diálogo con Nicodemo, Jesús enseñó que el Bautismo era necesario
para la salvación. “El que no nace del agua y del Espíritu no puede
entrar en el Reino de Dios” (Jn 3:5). Tras su Resurrección, Jesús se
encontró con los once Apóstoles y les confirió la misión de predicar
el Evangelio y de bautizar, diciéndoles: “El que crea y se bautice, se
salvará” (Mc 16:16). La palabra
bautismo
proviene del griego y significa
“sumergir” y “baño”. Sumergirse en el agua es un signo de muerte, y
emerger del agua significa una vida nueva. Bañarse en el agua también
es experimentar una limpieza. San Pablo resume esta verdad cuando