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Segunda Parte. Los Sacramentos: La Fe Celebrada

dice: “Por el Bautismo fueron ustedes sepultados con Cristo y también

resucitaron con él, mediante la fe en el poder de Dios, que lo resucitó de

entre los muertos” (Col 2:12).

El origen y el cimiento del Bautismo cristiano es Jesús. Antes de

comenzar su ministerio público, Jesús se sometió a sí mismo al bautizo

que celebraba Juan el Bautista. Las aguas no purificaron a Jesús; Jesús

purificó las aguas. “Antes de nosotros y por nosotros, el que era espíritu

y carne santifica el Jordán, para así iniciarnos por el Espíritu y el agua

en los sagrados misterios” (San Gregorio Nacianceno,

Liturgia de las

Horas

, vol. I, 259). La inmersión de Jesús en las aguas del Jordán es un

signo, para todos los seres humanos, de la necesidad de morir a nosotros

mismos para hacer la voluntad de Dios. Jesús no tenía necesidad de ser

bautizado porque era totalmente fiel a la voluntad de su Padre y estaba

libre de pecado. Sin embargo, quiso mostrar su solidaridad con los seres

humanos para así reconciliarlos con el Padre. Al conferir a los discípulos

la misión de bautizar a todas las naciones, Jesús estableció el medio por

el cual la gente pone fin al pecado —Original y actual—

y empieza a

vivir una nueva vida con Dios.

LA LITURGIA DEL BAUTISMO

El sentido y la gracia del sacramento del Bautismo apare­

cen claramente en los ritos de su celebración.

—CIC, no. 1234

Los ocho elementos principales de la ceremonia bautismal nos enseñan

el significado de este Sacramento de Iniciación y nos ayudan a apreciar

nuestra vida en Cristo. Los signos y los símbolos tienen su propia

capacidad para comunicar su significado. El sacramento, por supuesto,

es más que un símbolo que instruye; lleva a cabo lo que significa.

La Señal de la Cruz

Al principio de la celebración, el celebrante traza la Señal de la Cruz en

la frente de aquel que va a ser bautizado. Esto nos recuerda la muerte