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Segunda Parte. Los Sacramentos: La Fe Celebrada
Hay niños —nacidos y no nacidos— que mueren sin el Bautismo.
La Iglesia los confía a la misericordia de Dios, quien desea que todas las
personas se salven. Recordamos la tierna bienvenida que Cristo ofreció
a los niños diciendo: “Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo
impidan” (Mc 10:14). Es por esto que la Iglesia espera confiadamente la
salvación de los niños que mueren sin el Bautismo.
El Bautismo de Sangre, el Bautismo de Deseo
A menudo surgen preguntas respecto a aquellos que han muerto sin
haber recibido el Bautismo. El
Catecismo
ofrece este principio: “Dios ha
vinculado la salvación al sacramento del Bautismo, pero su intervención
salvífica no queda reducida a los sacramentos” (CIC, no. 1257). La
Iglesia cree que aquellos que sufren y mueren por su fe en Cristo antes
de poder haber sido bautizados son salvados mediante un Bautismo
de Sangre.
Los candidatos al Bautismo que mueren antes de recibir el sacramento
pero que se han arrepentido de sus pecados y han aceptado el amor de
Cristo son salvados mediante lo que se llama un Bautismo de Deseo. ¿Qué
sucede con aquellos a quienes nunca se les ha presentado el Evangelio,
los que no conocen a Jesús o a la Iglesia, y que sin embargo buscan la
verdad e intentan hacer la voluntad de Dios según la entienden? “Se
puede suponer que semejantes personas
habrían deseado explícitamente
el Bautismo
si hubiesen conocido su necesidad” (CIC, no. 1260).
LOS EFECTOS DEL BAUTISMO
El Perdón de los Pecados
Por el Bautismo todos los pecados son perdonados, el Pecado Original
y todos los pecados personales, así como todas las penas temporales del
pecado. Una vez que uno ha vuelto a nacer en Cristo, no hay nada que
impida su entrada al Reino de Dios.
Sin embargo, aunque todos los pecados son remitidos, permanece,
como efecto del Pecado Original, una inclinación al pecado, llamada