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Segunda Parte. Los Sacramentos: La Fe Celebrada

(

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) de su pertenencia a Cristo. Este sello no es borrado por

ningún pecado, aunque el pecado impida al Bautismo dar frutos de

salvación. Dado una vez por todas, el Bautismo no puede ser reiterado”

(CIC, no. 1272). Este sello espiritual indeleble también se llama carácter,

el cual San Agustín comparó a las marcas que se hacían a los soldados

y esclavos durante la época romana para identificar al general o dueño

al que pertenecían. El Bautismo nos marca permanentemente indicando

que pertenecemos a Cristo, cuya imagen portamos.

EL BAUTISMO ES UNA LLAMADA A LA SANTIDAD

Los bautizados “por su nuevo nacimiento como hijos de

Dios están obligados a […]” participar en la actividad

apostólica y misionera del Pueblo de Dios.

—CIC, no. 1270

“El Bautismo, puerta de la Vida y del Reino de Dios, es el primer

sacramento de la nueva ley, que Cristo propuso a todos para que

tuvieron la vida eterna […] Por ello el Bautismo es, en primer lugar,

el sacramento de la fe con que, iluminados por la gracia del Espíritu

Santo, respondemos al Evangelio de Cristo” (

La Iniciacion Cristiana

,

“Observaciones Generales”, no. 3).

En el Bautismo, el Espíritu Santo nos induce a responder a la llamada

de Cristo a la santidad. En el Bautismo, se nos pide que caminemos bajo la

luz de Cristo y que confiemos en su sabiduría. Somos invitados a someter

nuestros corazones a Cristo con un amor cada vez más profundo. ¿Cuál

es esta luz, esta sabiduría, esta santidad? Jesús deja claro los ideales tan

altos a los que nos invita:

Ustedes, pues, sean perfectos, como su Padre celestial es perfecto.

(Mt 5:48)

Sean misericordiosos, como su Padre es misericordioso.

(Lc 6:36)

Ámen[se] los unos a los otros como yo los he amado.

(Jn 15:12)