Capítulo 17. La Eucaristía: Fuente y Cumbre de la Vida Cristiana
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vida privada” (USCCB,
Católicos en la Vida Política
, 2004). La Iglesia
nos ofrece las humildes palabras de un centurión romano para que las
digamos cuando nos preparamos para recibir la Comunión: “Señor, no
soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para
sanarme” (cf. Mt 8:8).
Aunque la Iglesia nos urge a recibir la Comunión en cada Misa,
existe la obligación para todos de recibir la Comunión por lo menos
una vez al año durante el período entre el primer domingo de Cuaresma
y el domingo de la Santísima Trinidad. Ya que Cristo está plenamente
presente en cada una de las especies eucarísticas (es decir, tanto en el
pan como en el vino consagrados), es suficiente recibirlo bajo una sola
de las especies, el pan o el vino. Sin embargo, “la comunión tiene una
expresión más plena por razón del signo cuando se hace bajo las dos
especies. Ya que en esa forma es donde más perfectamente se manifiesta
el signo del banquete eucarístico” (CIC, no. 1390).
La Sagrada Comunión aumenta nuestra unión con Cristo. Al
igual que la comida sustenta nuestra vida física, la Sagrada Comunión
alimenta nuestra vida espiritual. Esta Comunión nos aleja del pecado,
fortalece nuestra firmeza moral para evitar el mal y dirigirnos con más
fuerza hacia Dios. Cuanto más participamos en la vida de Cristo y más
progresamos en su amistad, tanto más difícil se nos hará romper con él
por el pecado mortal” (CIC, no. 1395).
LA PRESENCIA REAL DE CRISTO
Por el poder del Espíritu Santo, Cristo se hace presente en la proclamación
de la Palabra de Dios, en la asamblea eucarística, en la persona del
sacerdote, pero sobre todo, y de una manera única, en la Eucaristía.
“Esta presencia se denomina ‘real’, no a título exclusivo, como si las otras
presencias no fuesen ‘reales’, sino por excelencia, porque es
substancial
,
y por ella Cristo, Dios y hombre, se hace totalmente presente” (CIC, no.
1374, citando al Papa Pablo VI,
Mysterium Fidei
, no. 39).
Desde la Edad Media, la transformación del pan y el vino en el
Cuerpo y Sangre de Cristo se ha llamado “transubstanciación”. Esto
quiere decir que la sustancia del pan y el vino se transforman en la
sustancia del Cuerpo y la Sangre de Cristo. La apariencia del pan y el