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Segunda Parte. Los Sacramentos: La Fe Celebrada
banquete. ¿Por qué? “Porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a
la vida, estaba perdido y lo hemos encontrado” (Lc 15:24).
El hijo mayor escuchó el alboroto y preguntó que pasaba. Cuando
escuchó la razón, se enfureció. Molesto, rechazó incluso entrar en la
casa. El padre salió y le rogó que entrase y celebrara el retorno de su
hermano menor. El hijo mayor argumentó que su hermano menor no
se merecía esa fiesta porque había malgastado su herencia. ¿Por qué
debería él —que había sido el hijo bueno y fiel, y en cuyo honor nunca
se había organizado una fiesta— ser humillado al participar del ban
quete, de la música alegre y de la entusiasta bienvenida al hermano que
no valía nada?
El padre contestó que el hermano mayor gozaba de la más absoluta
seguridad y del mayor amor y consideración de su padre. Todo lo que tenía
el padre le pertenecía a él. “Hijo mío, ten un corazón misericordioso y
generoso. Tu hermano había muerto pero ahora vive. Debemos celebrar.
Alégrate porque ha regresado a nosotros y a este hogar de amor”.
Normalmente esta historia recibe su título del hijo pródigo que
malgastó su herencia. Pero se podría haber titulado igualmente “El Padre
Misericordioso”, ya que este tiene un corazón totalmente generoso y
derrocha su amor al perdonar y dar la bienvenida a casa a su hijo. En
términos bíblicos, el hijo representa al pecador que necesita del perdón,
que se siente movido a arrepentirse, a confesar su pecado y a presentarse
humildemente ante Dios.
El padre de la historia representa la inmensa compasión de Dios,
quien es rico en misericordia y está siempre dispuesto a buscar a los
pecadores y ofrecerles el perdón que los traerá de vuelta a casa. La
historia nos anima a confiar en el amor y misericordia de Dios Padre, los
cuales recibimos por el sacramento de la Reconciliación.
ORACIÓN
Acto de Contrición (tradición española)
Señor mío Jesucristo,
Dios y hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío.