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Segunda Parte. Los Sacramentos: La Fe Celebrada
Llamó a la muerte “una amiga”: “Aunque sé que, hablando huma
namente, tendré que afrontar momentos difíciles y que habrá lágrimas,
puedo decir con toda sinceridad que me encuentro en paz. Considero
esto como un don especial de Dios para mí en este momento específico
de mi vida” (v.d.t.).
En su último libro,
The Gift of Peace
(
El Don de la Paz
), escribió sobre
abrazar el sufrimiento y encontrar una vida nueva. Estructuró el libro, de
una forma general, según el Vía Crucis, dando testimonio de que nuestra
búsqueda por la paz en el camino de nuestras vidas no es nada menos que
abrazar al Cristo del Calvario. “En una época como la nuestra, marcada
en parte por la búsqueda de un alivio instantáneo a nuestro sufrimiento,
requiere una valentía especial permanecer en el Calvario. Uniendo
nuestro sufrimiento al de Cristo, recibimos fortaleza y valentía, una nueva
oportunidad de vivir y una esperanza impertérrita para el futuro” (v.d.t.).
Durante suúltima semanadevidaescribióunacartaa laCorte Suprema
de Estados Unidos. Rogaba a los jueces que no aprobasen el suicidio con
asistencia médica. “Como alguien que está muriendo, he aprendido a
apreciar de una forma especial el don de la vida”, escribió. Añadió que
aprobar un nuevo derecho al suicidio asistido pondría en peligro a Estados
Unidos y mandaría un mensaje equivocado que diría que una vida que es
menos que “perfecta” no vale la pena vivirla.
Unas semanas antes demorir,ochocientos sacerdotes arquidiocesanos
y religiosos se unieron a él en un servicio de oración en la Catedral de
Holy Name, en Chicago.Concluyó su homilía con estas palabras, las cuales
había pronunciado por primera vez a los sacerdotes la noche anterior a su
instalación como Arzobispo de Chicago en 1982:
Al unirse nuestras vidas y ministerios mediante la fracción del Pan
y la bendición del Cáliz, espero que, mucho antes de que mi
nombre desaparezca de la Plegaria Eucarística con el silencio
de la muerte, ustedes sepan bien quién soy yo. Lo sabrán porque
trabajaremos y jugaremos juntos, ayunaremos y rezaremos juntos,
estaremos de luto y gozaremos juntos, nos desesperaremos y
esperaremos juntos, discutiremos y nos reconciliaremos juntos. Me
conocerán como amigo,compañero,sacerdote y obispo.También
sabrán que los amo, ¡ya que yo soy Joseph, su hermano! (Cardenal
Joseph Bernardin,
Gift of Peace
[Chicago: Loyola Press, 1997], 141-
142 [v.d.t.])