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Capítulo 19. La Unción de los Enfermos y de los Moribundos

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El sacramento de la Unción de Enfermos hace presente la presencia

compasiva de Cristo en medio del sufrimiento de los enfermos. El Cardenal

Bernardin fue,durante su propia enfermedad,tantoministro del sacramento

como su recipiente.

LA COMPASIÓN DE CRISTO HACIA LOS ENFERMOS

La compasión de Cristo hacia los enfermos y sus

numerosas curaciones de dolientes de toda clase son un

signo maravilloso de que “Dios ha visitado a su pueblo”.

—CIC, no. 1503, citando Lc 7:16

Jesús vino a curar a la persona completa, cuerpo y alma. El Evangelio de

Marcos, capítulo 2:1-12, narra el siguiente acontecimiento que ilustra

esta enseñanza. Jesús estaba en una casa, en Cafarnaún, enseñando a una

multitud que la abarrotaba. La casa probablemente estaba construida con

paredes de piedra, cubiertas con una capa de escayola. Las habitaciones

rodeaban un patio interior. Un techo de cañas y palos mezclados con

barro la habrían defendido de la lluvia. Habría sido bastante fácil hacer

un agujero en el techo. Como no podían entrar en la casa por la puerta

debido a la multitud, cuatro hombres llevando a un paralítico subieron

al techo por una escalera. Hicieron un agujero en el techo y bajaron a su

amigo al área donde Jesús estaba predicando.

Jesús le dijo al paralítico: “Tus pecados te son perdonados” (Mc

2:5). Las Sagradas Escrituras no comentan la reacción del hombre. Pero

en ese momento espiritual emergió una nota de discordia. Algunos de

los eruditos religiosos en el grupo protestaban para sus adentros que

Jesús era un blasfemo porque, según ellos, solo Dios podía perdonar

los pecados. Jesús, sabiendo cuales eran sus pensamientos, los desafió

diciendo: “¿Qué es más fácil decirle al paralítico: ‘Tus pecados te son

perdonados’ o decirle: ‘Levántate, recoge tu camilla y vete a tu casa’?

Pues para que sepan que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para

perdonar los pecados”, le dijo al paralítico: “Yo te lo mando: levántate,

recoge tu camilla y vete a tu casa” (Mc 2:9-11). El hombre se levantó