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Segunda Parte. Los Sacramentos: La Fe Celebrada

de Cristo, el sacerdocio ministerial participa en él de una forma especial

mediante el sacramento del Orden.

EL SACRAMENTO DEL ORDEN: OBISPO,

SACERDOTE, DIÁCONO

La Iglesia adoptó la palabra

orden

del imperio romano, en el cual se la

usaba para referirse al cuerpo de los que gobiernan. En el sacramento

del Orden, existen tres grados u “órdenes”: obispo, sacerdote y diácono.

El rito de la ordenación es el acto sacramental que lo hace posible. La

ordenación “confiere un don del Espíritu Santo que permite ejercer

un ‘poder sagrado’ […] que sólo puede venir de Cristo, a través de su

Iglesia” (CIC, no. 1538).

La figura del sacerdote que aparece por primera vez en el Antiguo

Testamento es la deMelquisedec, quien ofreció un sacrificio de pan y vino en

nombre del patriarca Abrahán (Gn 14:18-20). Él simbolizó la permanencia

del sacerdocio: “Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec”

(Sal 109:4). Dios también eligió a Aarón y a sus hijos para ser sacerdotes

(Ex 28:1ss.) y designó a la tribu de Leví para el servicio litúrgico. Los

miembros de esta tribu actuaban en nombre del pueblo y ofrecían ofrendas

y sacrificios por los pecados. Proclamaban la Palabra de Dios y guiaban al

pueblo a la unión con Dios mediante sacrificios y oraciones.

Pero estos sacerdotes no eran capaces de ofrecer al pueblo ni la

plenitud de la salvación, ni la santificación definitiva. Solo el sacrificio

de Jesús podía conseguirlo. El sacerdocio de Melquisedec, de Aarón y de

los Levitas prefiguró el sacerdocio de Cristo, como se puede observar en

las oraciones consecratorias para la ordenación de obispos, sacerdotes

y diáconos.

El sacerdocio del Antiguo Testamento encontró su perfecta plenitud

en el sacerdocio de Jesucristo, quien es el mediador entre Dios y nosotros.

El sacrificio de Jesús en la Cruz fue un acto sacerdotal de autoentrega

aceptado por el Padre y que culminó en su Resurrección de la muerte y

así, como Señor Resucitado y Sumo Sacerdote, él continúa ofreciendo la

salvación a todos.

Por el Bautismo, todos los miembros de la Iglesia participan del

santo sacerdocio de Cristo. Se llama “el sacerdocio común de todos