Capítulo 20. El Sacramento del Orden
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vino a servir, no a ser servido. En la Iglesia latina, los diáconos pueden
bautizar, proclamar el Evangelio, predicar la homilía, asistir al obispo o
al sacerdote en la celebración de la Eucaristía, asistir a los matrimonios y
bendecirlos y presidir funerales. Se dedican a servicios de caridad, lo que
era su papel ministerial en la época del Nuevo Testamento.
Así estén involucrados en la vida litúrgica o pastoral de la Iglesia,
o en sus obras sociales y caritativas, los diáconos son “fortalecidos y
unidos más estrechamente al servicio del altar por la imposición de
las manos, transmitida ya desde los Apóstoles, para que cumplan más
eficazmente su ministerio por la gracia sacramental del diaconado” (AG,
16, no. 6).
Desde el Concilio Vaticano II, la Iglesia latina ha restaurado el
diaconado como un estado permanente de la jerarquía. Hoy en día,
el diaconado como un oficio permanente puede ser conferido tanto a
hombres casados como solteros. Las Iglesias orientales siempre han
mantenido el diaconado. Los seminaristas que se preparan para el
sacerdocio tienen siempre que ser ordenados al diaconado antes de la
ordenación sacerdotal.
EL RITO ESENCIAL DEL
SACRAMENTO DEL ORDEN
El rito esencial del sacramentodelOrden está constituido,
para los tres grados, por la imposición de manos del
obispo sobre la cabeza del ordenando así como por
una oración consecratoria específica que pide a Dios la
efusión del Espíritu Santo y de sus dones apropiados al
ministerio para el cual el candidato es ordenado.
—CIC, no. 1573
Los ritos adicionales que rodean este rito esencial de la ordenación
varían mucho entre las distintas tradiciones litúrgicas, pero todos tienen
en común la expresión de aspectos de la gracia sacramental. El único
ministro válido para conferir ordenación es un obispo. Cristo, quien
ha ascendido al Padre, continúa guiando a la Iglesia por medio de los