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Segunda Parte. Los Sacramentos: La Fe Celebrada
el trono. Culpando a su mujer, la Reina Catalina de Aragón, por no tener
un hijo, Enrique VIII buscó la nulidad matrimonial para así casarse con Ana
Bolena, hacia quien ya hacía algún tiempo que se sentía atraído. Al no
poder recibir la nulidad del Papa Clemente VII, el rey rompió formalmente
con la Iglesia Católica y se declaró a sí mismo Cabeza Suprema de la Iglesia
de Inglaterra. Si Roma no le otorgaba la nulidad, su propia iglesia lo haría.
El 15 de mayo de 1532, todos los obispos ingleses (salvo San Juan Fisher) se
sometieron al rey como nueva cabeza de la iglesia. Al día siguiente, Santo
Tomás Moro dimitió como canciller.
En 1534, el Parlamento inglés aprobó el Acta de Sucesión, la cual
reconocía al hijo del Rey Enrique VIII y de Ana Bolena, en vez de a la hija
de la Reina Catalina, como el verdadero heredero al trono inglés. Se llamó
a la nobleza y al clero a que prestaran juramento ratificando el acta y,
siendo uno de los laicos más respetados del país, también se llamó a
Tomás Moro. Sin embargo, Tomás decidió defender la indisolubilidad del
matrimonio y rehusó prestar el juramento. Incluso frente a la muerte, Santo
Tomás no actuaría en contra de su conciencia.Como resultado,el 1 de julio
de 1535, Santo Tomás Moro fue juzgado en Westminster Hall y declarado
culpable de alta traición. El 6 de julio, fue llevado a las inmediaciones de
la Torre de Londres para ser ejecutado. Antes de ser decapitado, en sus
últimas palabras se refirió a sí mismo como“el buen siervo del rey, y primero
siervo de Dios”. Como mártir que murió por su fe, Santo Tomás Moro fue
beatificado por el Papa León XIII en 1886. Fue canonizado más tarde por
el Papa Pío XI en 1935.
En este libro citamos historias de otras personas casadas —como
Elizabeth Seton, Pierre Toussaint, Rose Hawthorne Lathrop,Orestes Brownson,
César Chávez, John Boyle O’Reilly y Luigi y María Quattrocchi— desde el
punto de vista de diferentes enseñanzas a las que atestiguaron sus vidas.
La gracia de Dios los bendijo con la fe y con las virtudes que prosperan en
el estado matrimonial. A su vez, la gente casada ha enriquecido la vida
de la Iglesia con su fe y amor, y con los hijos que han criado y formado
en la tradición cristiana. El Matrimonio es un sacramento al Servicio de
la Comunidad.
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