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Segunda Parte. Los Sacramentos: La Fe Celebrada
la Iglesia. La preparación remota, que puede comenzar en la familia,
toma un carácter más organizado en los cursos de secundaria y de la
universidad. A medida que los prometidos se acercan a la celebración
del matrimonio, existen programas más intensivos para la preparación
(frecuentemente llamados “programas Pre-Caná).”
Estos programas son ahora incluso más necesarios debido a los
cambios culturales de los últimos tiempos que han minado la voluntad
de Dios respecto al matrimonio. La llamada revolución sexual, ayudada
por la anticoncepción artificial, ha hecho culturalmente más aceptable
que hombres y mujeres tengan relaciones sexuales sin haberse casado
entre ellos. La legalización del aborto ha reducido la presión en hombres
y mujeres de preocuparse por embarazos no deseados. La aceptación
casual de la cohabitación entre personas no casadas —y de parejas que
comienzan el matrimonio sin un compromiso permanente— contradice
la naturaleza misma del matrimonio. La presión política para la legali
zación de las uniones de parejas del mismo sexo es otro paso más hacia
la erosión del designio de Dios para el matrimonio y el concepto de
matrimonio en el orden moral natural de la creación.
En sus enseñanzas, la Iglesia nos ofrece una visión de la vida familiar
que comienza con el don total del amor entre los cónyuges, evidenciado
en su decisión de permanecer exclusivamente fieles hasta la muerte. Esta
promesa, realizada ante Dios en presencia de la familia y amigos ante un
sacerdote o diácono autorizado, es apoyada por la continua presencia de
Cristo en la vida de los cónyuges a medida que él vierte en sus corazones
el don del amor mediante el Espíritu Santo. La pareja no camina sola
y posee la libertad agraciada de responder a toda la ayuda natural
y supernatural.
La aceptación gozosa de la pareja a tener hijos incluye la responsa
bilidad de servir como modelos del compromiso cristiano a sus hijos y
ayudarlos a crecer en la sabiduría y la gracia. De esta manera, su familia
se convierte en la “iglesia doméstica”. La familia honra el hogar como
un lugar de oración que transmite ese sentido de lo sagrado donde tiene
lugar gran parte de la vida cristiana.
La pareja tiene que recordar que han entrado en una relación entre
personas. Cada uno se encuentra con el otro con dos amores, el que