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8 • Primera Parte. El Credo: La Fe Profesada

esto suceda. Algunas personas no saben quién es Dios porque nadie ha

compartido con ellos la buena nueva de su revelación de sí. La ignorancia

sobre la religión o indiferencia hacia ella son otras de las causas.

El comportamiento escandaloso de algunos creyentes frecuentemente

aleja de la religión a aquellos que honestamente están buscando respuestas

a sus inquietudes. La conducta pecaminosa debilita la habilidad de

muchos de asumir responsabilidad por sus acciones y los lleva a escon­

derse de Dios (cf. Gn 3:8; Jn 3:19ss.). Otros pueden resistirse a reconocer

a Dios porque no desean seguirlo y obedecerlo. También hay otros que

pueden dejar que sus vidas se desbarajusten tanto, vayan a un paso

frenético o estén tan ocupadas que solo queda un pequeño espacio para

Dios en ellas.

A lo largo de la historia, la gente ha anhelado a Dios. A pesar de

obstáculos y momentos de violenta oposición a creer en Dios, millones de

personas han continuado buscando a Dios. El dinamismo espiritual del

corazón humano, teniendo su origen en Dios, perdura en innumerables

e inspiradoras formas. A menudo justo cuando la sombra de la duda

y el escepticismo aparentan haber acabado con la búsqueda, nuestro

deseo de Dios surge de nuevo para dar testimonio de la luz del atractivo

inherente de Dios en la vida humana.

UNA GENERACIÓN CON

INQUIETUDES RELIGIOSAS

Aquellos que tienen inquietudes religiosas en Estados Unidos viven

en una cultura que de varios modos importantes ofrecen apoyo a la

creencia en Dios mientras que a la vez también, en la práctica, desanima

y corroe la fe. Es alentador el hecho de que muchos estén encontrando

el movimiento hacia el secularismo como una actitud insatisfactoria y

continúan en busca de un significado de la vida más profundo.

Particularmente alentador es el número de jóvenes que en un

momento dado se habían alejado de la fe, y hoy están buscando una

conexión con la comunidad eclesial. De entre las muchas causas de esta

hambre de Dios, destacan dos: la experiencia de tener hijos que necesitan

una educación y crianza apropiada y la experiencia personal de anhelar

dirección, significado y esperanza.