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Tercera Parte. La Moralidad Cristiana: La Fe Vivida

hacemos, podemos acabar dando mal ejemplo y también lo podemos

hacer cayendo en el pecado de la blasfemia. Debemos también aclarar

que en las Sagradas Escrituras, el lenguaje a veces apasionado de los

Profetas, con el cual lamentan los problemas de sus épocas y exclaman

quejas a Dios, no es blasfemo ni tampoco es tomar el nombre de Dios en

vano. De hecho, es una oración dirigida a Dios.

Se nos tiene prohibido usar el nombre de Dios para cometer per-

jurio o dar falso testimonio, y de esa forma usarlo para que apruebe

nuestras vidas.

El nombre de Dios ha sido invocado para justificar guerras injustas

y el terrorismo, para masacrar al enemigo y oprimir a otros con poder

injustificado. Muchos han usado al Dios del amor para promover el

odio, el Dios de la confianza para facilitar traiciones y el Dios de la

misericordia para validar actos de crueldad. Críticos de la religión citan

el sufrimiento y la crueldad causada por los excesos de algunos de los

que participaron en las Cruzadas, las guerras de religión durante la

Reforma y los juicios de brujas de Salem como ejemplos de maneras en

las que se usó el nombre de Dios para justificar tales actos. Los pecados

de los cristianos minan, en efecto, la credibilidad de la fe. El nombre de

Dios nunca debe ser usado para apoyar actos inmorales.

SEÑOR, QUE ADMIRABLE ES TU NOMBRE EN

TODA LA TIERRA (CF. SAL 8:2)

Cuando llevamos a nuestra cultura esta experiencia de la santidad

del nombre de Dios, traemos un regalo para la sociedad que puede

ser mucho mejor cuando lo sagrado es aceptado como beneficioso

para la cultura. No es ningún secreto que la irreverencia hacia Dios y

hacia los asuntos sagrados está presente en determinados sectores de

nuestra sociedad. Para los creyentes esto es vergonzoso, doloroso e

inapropiado. En ocasiones el discurso público rutinariamente muestra

poca sensibilidad hacia los valores reverenciados por la gente de fe. Esto

no es, por supuesto, universalmente verdadero. Hay mucha gente que

muestra respeto hacia los asuntos religiosos. La gente de buena voluntad

puede estar tan consternada como los hombres y mujeres de fe ante la