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Tercera Parte. La Moralidad Cristiana: La Fe Vivida

contra del llamado movimiento del derecho a morir. A continuación se

expone un breve resumen de estos argumentos:

• Muchos médicos hacen el Juramento Hipocrático, por el cual se

comprometen a no causar daño. La relación entre el médico y el

paciente debe estar caracterizada por la compasión. Los médicos no

deben ser los asesinos de sus pacientes. Si matar, en vez de curar, se

convirtiese en una opción, esto afectaría contrariamente a la forma

de entenderse a sí mismos de los médicos y reduciría el deseo de

buscar curas para las enfermedades.

• No debemos permitir que los ancianos y los enfermos sean

presionados a consentir sus propias muertes mediante el suicidio

asistido o la eutanasia.

• Debemos proteger a los pobres y a las minorías de ser explotados. El

dolor es un factor importante a la hora de desear un suicido médico

asistido. Los pobres y las minorías a menudo no tienen los recursos

necesarios para aliviar el dolor.

• Debemos proteger a todas las personas con incapacidades de la

indiferencia de la sociedad, de la antipatía y de cualquier prejuicio

en su contra.

• Nunca debemos presentar al suicidio como una solución socialmente

aceptable a las dificultades de la vida.

La Academia Pontificia para la Vida hizo pública una declaración

el 8 de marzo de 1999 que incluía los siguientes comentarios sobre la

eutanasia y el alivio del dolor de los moribundos:

Rechazamos vigorosamente con absoluta convicción cualquier

tipo de eutanasia, entendida como un recurso a aquellas acciones

u omisiones cuyo fin es causar la muerte de una persona para

prevenir el sufrimiento y el dolor. Al mismo tiempo, queremos

expresar nuestra cercanía humana y cristiana a todos los

enfermos, especialmente aquellos que se están acercando al

final de sus vidas terrenales y se están preparando para reunirse

con Dios, nuestra buenaventura. Pedimos que estos hermanos

y hermanas nuestros se salven del “abandono terapéutico” que