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Capítulo 30. El Sexto Mandamiento: La Fidelidad Matrimonial

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El adulterio es gravemente pecaminoso porque viola la llamada de

Dios a una alianza amorosa de fidelidad entre un hombre y una mujer

casados. El adulterio es una injusticia hacia el cónyuge herido. Debilita

la institución del matrimonio y la estabilidad de la familia.

El divorcio es contrario a la ley natural ya que quiebra la promesa

“aceptad[a] libremente por los esposos, de vivir juntos hasta la muerte”

(CIC, no. 2384). Jesús enseñó claramente que el designio original de

Dios para el matrimonio excluía el divorcio (cf. Mt 5:31-32, 9:3-9; Mc

10:9; Lc 16:18; 1 Co 7:10-11). El matrimonio es una unión indisoluble.

Jesús derogó la tolerancia del divorcio que se había introducido en la

Ley Antigua.

Se puede permitir a las parejas la separación en ciertos casos,

tales como cuando tiene lugar el adulterio o algún tipo de abuso. Una

separación puede ser, a veces, una acción prudente. “Si el divorcio

civil representa la única manera posible de asegurar ciertos derechos

legítimos, el cuidado de los hijos o la defensa del patrimonio, puede ser

tolerado sin constituir una falta moral” (CIC, no. 2383). En tales casos,

un católico puede seguir recibiendo los sacramentos.

La cohabitación (una pareja no casada viviendo junta), o unión libre,

implica el pecado serio de la fornicación. No se conforma al designio de

Dios para el matrimonio y es siempre mala y objetivamente pecaminosa.

La cohabitación no garantiza el éxito de una vida matrimonial, tal

y como ha sido revelado en las dolorosas experiencias de muchos, y

perjudican un compromiso futuro.

La poligamia (tener más de un cónyuge a la vez) es contraria a la igual

dignidad personal del hombre y de la mujer que traen al matrimonio, y

contradice la finalidad unitiva del matrimonio.

Los intentos de justificar las uniones o relaciones de personas del

mismo sexo, o de darles estatus matrimonial también contradicen

el designio de Dios —como se reveló desde un principio, tanto en la

naturaleza como en la Revelación— para el matrimonio, que es una

unión de por vida entre un varón y una mujer.