Capítulo 31. El Séptimo Mandamiento: No Robes — Actúa con Justicia
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la autoridad, con la importancia del bien común, con la ley natural,
con la justicia social y con la solidaridad humana (cf. CIC, nos. 1897-
1948). Finalmente, está el Séptimo Mandamiento, el cual incluye la
consideración de la relación entre la economía y la justicia social, la
importancia de la solidaridad entre las naciones y un amor preferencial
por los pobres (cf. CIC, nos. 2401-2463).
La enseñanza social católica abarca tanto la preocupación perenne de
la Iglesia —desde la época del Nuevo Testamento— por las necesidades
sociales de la gente, como una explícita doctrina social.
La Iglesia pronuncia un juicio en materia económica y social
cuando lo exigen los derechos fundamentales de la persona o la
salvación de las almas. Cuida del bien común temporal de los
hombres en razón de su ordenación al supremo Bien, nuestro fin
último. (CIC, no. 2458)
El enfoque central de la enseñanza social de la Iglesia es la justicia para
todos, especialmente los indefensos y los pobres. Incluye la eliminación
de los síntomas y de las causas de la pobreza y la injusticia.
La doctrina social de la Iglesia aborda un amplio abanico de temas que
incluye: la dignidad del trabajo, la necesidad que tienen los trabajadores
de recibir un salario que hará posible que puedan cuidar de sus familias,
un entorno laboral seguro y la responsabilidad del estado en áreas como
la estabilidad de la moneda, los servicios públicos y la protección de la
libertad personal y de la propiedad privada. La enseñanza de la Iglesia
también habla de la necesidad de que los dueños de empresas consideren
no solo sus beneficios, sino también el bien de sus empleados. Los
trabajadores deberían poder presentar sus necesidades y quejas cuando
fuese necesario.
Como se puede apreciar en el resumen que sigue a continuación, los
principales temas de la doctrina social de la Iglesia se basan unos sobre
los otros y se complementan mutuamente. Todas las enseñanzas sociales
de la Iglesia tienen sus raíces en el principio fundamental que establece el
carácter sagrado de la vida humana y la dignidad fundamental de cada
individuo. De estas verdades brotan todas las demás.