Capítulo 31. El Séptimo Mandamiento: No Robes — Actúa con Justicia
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Los Derechos y Deberes
La tradición católica enseña que la dignidad humana se puede
proteger, y se puede lograr una comunidad saludable, sólo si
se respetan los derechos humanos y se cumplen los deberes.
Por lo tanto, cada persona tiene un derecho fundamental a la
vida y un derecho a aquellas cosas requeridas para la decencia
humana. En correspondencia a esos derechos, hay deberes y
responsabilidades —de los unos hacia los otros, hacia nuestras
familias, y hacia la sociedad en general.
La Opción por los Pobres e Indefensos
Una prueba moral básica es cómo prosperan los miembros
más indefensos. En una sociedad marcada por divisiones entre
ricos y pobres que se siguen agudizando, nuestra tradición
recuerda la historia del Juicio Final (Mt 25:31-46) y nos instruye
a preocuparnos primero por las necesidades de los pobres
e indefensos.
La Dignidad del Trabajo y los Derechos de los Trabajadores
La economía debe servir a la gente, no al revés. El trabajo es más
que una forma de ganarse la vida; es una forma de participación
continua en la creación de Dios. Si se ha de proteger la dignidad
del trabajo, entonces se deben respetar los derechos básicos de
los trabajadores —el derecho a un trabajo productivo, a salarios
adecuados y justos, a organizar sindicatos y unirse a ellos, a la
propiedad privada y a la iniciativa económica.
La Solidaridad
Somos los guardianes de nuestros hermanos y hermanas,
dondequiera que ellos vivan. Somos una familia humana,
cualesquiera sean nuestras diferencias nacionales, raciales,
étnicas, económicas e ideológicas. Aprender a practicar la virtud
de la solidaridad significa aprender que “amar a nuestro prójimo”
tiene dimensiones globales en un mundo interdependiente.
El Cuidado por la Creación de Dios
Debemos mostrar nuestro respeto por el Creador cuidando
bien de la creación. Preocuparse por la tierra no sólo es un