Capítulo 31. El Séptimo Mandamiento: No Robes — Actúa con Justicia
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Este resumen debería sólo ser un punto de inicio para aquellos que
están interesados en la enseñanza social católica. Un entendimiento
pleno sólo se puede conseguir leyendo los documentos papales,
conciliares y episcopales que forman esta rica tradición. (USCCB,
Citas Tomadas de “Compartiendo la Enseñanza Social Católica”
[tarjeta] [Washington, DC: USCCB, 1999])
LOS POBRES ENTRE NOSOTROS
Nuestra nación es una de las más ricas de la tierra, y sin embargo no
tenemos que mirar más allá de nuestras fronteras para encontrar los
estragos de la pobreza. Hay mendigos en las calles de nuestras ciudades,
familias indigentes en áreas rurales y urbanas y niños descuidados. Las
causas de la pobreza son muchas, pero todas hacen brotar la compasión de
la Iglesia —mediante sus miembros y mediante sus diferentes estructuras,
como Caridades Católicas y la Sociedad de San Vicente de Paúl.
En su lecho de muerte, a San Vicente de Paúl (1580-1660) le preguntó
un novicio que cuál era lamejor forma de servir a los pobres. Él le respondió
al novicio que lo más importante es amarlos porque amarlos hace posible
que los necesitados puedan perdonar a aquellos que les dan comida. San
Juan Crisóstomo dijo esto sobre su ministerio a los pobres: “No dejar que
los pobres compartan nuestros bienes es robarles y privarles de la vida.
Los bienes que poseemos son de ellos, no nuestros” (Homilía sobre la
Parábola de Lázaro y el Hombre Rico [v.d.t.]).
Jesús nos enseña: “Quien tenga dos túnicas, que de una al que no tiene
ninguna, y quien tenga comida, que haga lo mismo” (Lc 3:11). Santiago
refuerza esta verdad. “Supongamos que algún hermano o hermana carece
de ropa y de alimento necesario para el día, y que uno de ustedes le dice:
‘Que te vaya bien; abrígate y come’, pero no le da lo necesario para el
cuerpo, ¿de qué le sirve que le digan eso?” (St 2:15-16).
Las obras de caridad hacia los pobres son una buena manera de
comenzar a vivir la enseñanza social de la Iglesia. El contacto personal
con aquellos que necesitan nuestra ayuda cumple de forma muy efectiva el
mandamiento de Cristo de amar a los pobres. Pero estamos llamados no
solo a sanar los síntomas de la pobreza y la injusticia, sino también sus