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Capítulo 31. El Séptimo Mandamiento: No Robes — Actúa con Justicia

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humanos son protegidos y las responsabilidades son cumplidas.

Por eso, cada persona tiene un derecho fundamental a la vida y un

derecho a todo aquello que se requiere para la decencia humana. A

estos derechos les corresponden deberes y responsabilidades —para

con los demás, la familia y la sociedad en general.

• Demostramos nuestro respeto por el Creador mediante nuestra

corresponsabilidad en la creación. El cuidado de la tierra es un

requisito de nuestra fe. Estamos llamados a proteger a la gente y

al planeta, viviendo nuestra fe en relación con toda la creación de

Dios. Este reto medioambiental tiene dimensiones morales y éticas

fundamentales que no pueden ser ignoradas.

• La doctrina social de la Iglesia aborda un amplio abanico de temas,

entre los que se incluyen la habilidad de practicar libremente la fe,

la libertad de participar en la vida cultural, la dignidad del trabajo,

la necesidad de los trabajadores de recibir un salario que les permita

cuidar de sus familias, la necesidad de tener entornos laborales

seguros y la responsabilidad del estado en áreas como la estabilidad

de la moneda, los servicios públicos y la protección de la libertad

personal y de la propiedad privada.

• La enseñanza de la Iglesia también habla de la necesidad de que los

dueños de empresas consideren no solo sus beneficios, sino también

el bien de sus empleados. Los trabajadores deberían poder presentar

sus necesidades y quejas cuando sea necesario. Nunca se puede

decir suficientes veces que el amor y el cuidado de los pobres es una

prioridad principal para cada cristiano.

• “La limosna hecha a los pobres es un testimonio de caridad fraterna;

es también una práctica de justicia que agrada a Dios” (CIC,

no. 2462).

• El enfoque central de la enseñanza social de la Iglesia es la justicia

para todos, pero especialmente para los indefensos y los pobres.

Incluye la eliminación de los síntomas y de las causas de la pobreza

y la injusticia.

• “La ley moral prohíbe los actos que, con fines mercantiles

o totalitarios, llevan a esclavizar a los seres humanos, a comprar­

los, venderlos y cambiarlos como si fueran mercaderías” (CIC,

no. 2455).