Capítulo 32. El Octavo Mandamiento: Di la Verdad
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mentiras de aquellos que deliberadamente minan la Iglesia. El Padre Noll
sabía el valor de presentar las verdades de la Iglesia de una manera clara
y no tenía miedo de defender a la Iglesia de sus detractores.
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DI LA VERDAD Y VIVE LA VERDAD
La verdad o veracidad es la virtud que consiste en
mostrarse verdadero en sus actos y en sus palabras,
evitando la duplicidad, la simulación y la hipocresía […]
El respeto de la reputación y del honor de las personas
prohíbe toda actitud y toda palabra de maledicencia o
de calumnia.
—CIC, nos. 2505 y 2507
No darás falso testimonio contra tu prójimo.
—Ex 20:16
La Biblia enseña que Dios es la fuente de la verdad. Jesús no solo enseñó
la verdad; sino que él también dijo: “Yo soy la verdad” (cf. Jn 14:6). La
palabra hebrea para verdad,
emeth
, se refiere tanto a la verdad en las
palabras como a la veracidad en las acciones. Jesús hizo las dos cosas,
personalizó la verdad y dijo nada más que la verdad.
Cuando Cristo estaba ante Pilatos, este le preguntó a Jesús si era rey.
Al responder, Jesús declaró que su Reino no era político sino espiritual,
que él había venido para dar testimonio de la verdad. Un Reino espiritual
está basado en la verdad. Pilatos no podía entender la respuesta de Jesús.
Jesús extendió su mano a Pilatos y le ofreció la oportunidad de cambiar,
pero Pilatos solo pudo decir: “¿Qué es la verdad?” (Jn 18:38).
En nuestra cultura, el relativismo desafía nuestra habilidad de decir
la verdad porque alega que no existe la verdad objetiva. Esta actitud
erosiona la distinción entre verdad y mentiras; lleva a un entorno de
engaños. En esa atmósfera incluso las enseñanzas de Cristo, basadas
en la verdad divina, fallan a la hora de persuadir a aquellos que habían