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Tercera Parte. La Moralidad Cristiana: La Fe Vivida

perdido la confianza en la posibilidad de que la verdad objetiva exista.

Este es el ambiente en el que la Iglesia necesita llamar a la gente para que

regrese a la realidad de la verdad objetiva y al vínculo entre la verdad

doctrinal y la vida diaria.

PECADOS CONTRA LA VERDAD

“La mentira es la ofensa más directa contra la verdad […] Lesionando

la relación del hombre con la verdad y con el prójimo, la mentira ofende

el vínculo fundamental del hombre y de su palabra con el Señor” (CIC,

no. 2483). La gente peca contra la verdad cuando son culpables de

arruinar la reputación de otra persona con mentiras, cuando formu­

lan juicios rápidos o cuando se ven envueltos en maledicencia (hacer

públicas las faltas de otra persona sin justificación), cuando perjuran

(mentir cuando se está bajo juramento) o calumnian (decir mentiras

sobre otra persona).

Las Sagradas Escrituras son claras respecto al mal del mentir. En el

Sermón de la Montaña, Jesús dijo: “Digan simplemente sí, cuando es sí;

El Papa Juan Pablo II nombró a Santo Tomás Moro santo patrón

de los estadistas, políticos y abogados. La libre disposición del

santo a morir antes que de comprometer la verdad sirve como

ejemplo a todos. A menudo, la sociedad intenta convencernos que

la fe es algo personal y que no debería influenciar las posiciones

y decisiones políticas o legales. Santo Tomás Moro es alguien que

nos recuerda que esto es un entendimiento falso. Su ejemplo

recuerda a quienes sirven en cargos públicos, o a quienes practican

el derecho, la importancia de la integridad personal que es, a fin

de cuentas, una forma de la verdad. La integridad requiere que

dejemos que nuestra fe dé forma a cada aspecto de nuestra vida,

tanto público como privado.

INTEGRIDAD Y VERDAD