480 •
Tercera Parte. La Moralidad Cristiana: La Fe Vivida
liberan de la esclavitud del dinero y de las posesiones materiales. Hacen
posible que tengamos un amor preferencial por los pobres y que demos
testimonio de la justicia y la paz en el mundo. También nos ayudan a
adoptar una sencillez de vida que nos libera del consumismo y nos ayuda
a preservar la creación de Dios.
Las inclinaciones pecaminosas nos llevan a envidiar lo que otros
poseen y también a querer adquirir, desenfrenadamente, todo lo que
podamos. Sí tenemos una necesidad razonable de adquirir lo que sea
necesario para cuidar de nuestras familias. La avaricia es una distorsión
de este deseo. Una persona ávara hará todo lo posible por conseguir
todo el dinero y posesiones posibles.
Tenemos que recordar que la envidia es compañera de la avaricia;
es una actitud que nos llena de tristeza cuando vemos la prosperidad
de otra persona. Las personas envidiosas pueden llegar a estar tan
consumidas por el deseo de tener lo que poseen los demás que incluso
cometen crímenes para obtener lo que quieren.
La gente bautizada debería contestar a la envidia con humildad,
dando gracias a Dios por los dones que les ha otorgado a ellos y a los
demás, teniendo buena voluntad y rindiéndose a la providencia de Dios
(cf. CIC, no. 2554). Los fieles cristianos “han crucificado su egoísmo
junto con sus pasiones y malos deseos” (Ga 5:24); son guiados por el
Espíritu y siguen sus deseos (CIC, no. 2555). La pobreza de corazón
es una forma de evitar la avaricia y la envidia. “El abandono en la
providencia del Padre del cielo libera de la inquietud por el mañana.
La confianza en Dios dispone a la bienaventuranza de los pobres: ellos
verán a Dios” (CIC, no. 2547, citando Mt 6:25-34).
CÓMO SER UN CRISTIANO CORRESPONSABLE:
UN RESUMEN DE LA CARTA PASTORAL DE LOS
OBISPOS DE ESTADOS UNIDOS SOBRE
LA CORRESPONSABILIDAD
“El don que cada uno haya recibido, póngalo al servicio de los
otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de
Dios” (1 P 4:10).