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Tercera Parte. La Moralidad Cristiana: La Fe Vivida

liberan de la esclavitud del dinero y de las posesiones materiales. Hacen

posible que tengamos un amor preferencial por los pobres y que demos

testimonio de la justicia y la paz en el mundo. También nos ayudan a

adoptar una sencillez de vida que nos libera del consumismo y nos ayuda

a preservar la creación de Dios.

Las inclinaciones pecaminosas nos llevan a envidiar lo que otros

poseen y también a querer adquirir, desenfrenadamente, todo lo que

podamos. Sí tenemos una necesidad razonable de adquirir lo que sea

necesario para cuidar de nuestras familias. La avaricia es una distorsión

de este deseo. Una persona ávara hará todo lo posible por conseguir

todo el dinero y posesiones posibles.

Tenemos que recordar que la envidia es compañera de la avaricia;

es una actitud que nos llena de tristeza cuando vemos la prosperidad

de otra persona. Las personas envidiosas pueden llegar a estar tan

consumidas por el deseo de tener lo que poseen los demás que incluso

cometen crímenes para obtener lo que quieren.

La gente bautizada debería contestar a la envidia con humildad,

dando gracias a Dios por los dones que les ha otorgado a ellos y a los

demás, teniendo buena voluntad y rindiéndose a la providencia de Dios

(cf. CIC, no. 2554). Los fieles cristianos “han crucificado su egoísmo

junto con sus pasiones y malos deseos” (Ga 5:24); son guiados por el

Espíritu y siguen sus deseos (CIC, no. 2555). La pobreza de corazón

es una forma de evitar la avaricia y la envidia. “El abandono en la

providencia del Padre del cielo libera de la inquietud por el mañana.

La confianza en Dios dispone a la bienaventuranza de los pobres: ellos

verán a Dios” (CIC, no. 2547, citando Mt 6:25-34).

CÓMO SER UN CRISTIANO CORRESPONSABLE:

UN RESUMEN DE LA CARTA PASTORAL DE LOS

OBISPOS DE ESTADOS UNIDOS SOBRE

LA CORRESPONSABILIDAD

“El don que cada uno haya recibido, póngalo al servicio de los

otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de

Dios” (1 P 4:10).