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Capítulo 34. El Décimo Mandamiento: Abraza la Pobreza de Espíritu

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1. ¿Qué dos actitudes prohíbe el Décimo Mandamiento?

El décimo mandamiento prohíbe la

avaricia

[…] exige que

se destierre del corazón humano la

envidia

. (CIC, nos. 2536

y 2538)

2. ¿Cómo puedes adquirir la pobreza de espíritu?

El abandono en la providencia del Padre del cielo libera de

la inquietud por el mañana. La confianza en Dios dispone

a la bienaventuranza de los pobres: ellos verán a Dios. (CIC,

no. 2547)

3. ¿Cómo podemos estar libres de una dependencia exagerada

en los bienes materiales?

El deseo de la felicidad verdadera aparta al hombre del

apego desordenado a los bienes de este mundo, y tendrá

su plenitud en la visión y la bienaventuranza de Dios. “La

promesa de ver a Dios supera toda felicidad. En la Escritura,

ver es poseer. El que ve a Dios obtiene todos los bienes que

se pueden concebir”. (CIC, no. 2548, citando San Gregorio

de Nisa,

De Beatitudinibu

s 6: PG 44, 1265A)

DEL CATECISMO

El primer paso al ayudar a los desafortunados es reconocer que en

cada persona se encuentra la sagrada dignidad e imagen de Dios. Lo que

también se necesita es una formación de la conciencia de la que brotan

las creencias, actitudes y obras que ayudarán a los pobres. Tener más no

es nunca suficiente. Ser más es de suma importancia.

El discipulado cristiano significa, entre otras cosas, trabajar para

asegurar que todas las personas tengan acceso a aquello que los haga

plenamente humanos y que promueva su dignidad humana: la fe, la

educación, el cuidado de la salud, la vivienda, un puesto de trabajo y

el descanso. Los miembros de la Iglesia están llamados a incrementar