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Capítulo 36. Jesús Nos Enseñó a Rezar

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todo el que se enaltece será humillado y el que se humilla será

enaltecido. (Lc 18:10-14)

Jesús no solo nos dio el don del Padrenuestro, sino que también nos

dio el contexto en el que debería ser entendido y orado. Teniendo esto

en cuenta, ofrecemos la siguiente reflexión sobre esta, la más grande de

las oraciones.

LA ORACIÓN CENTRAL DE

LAS SAGRADAS ESCRITURAS

La oración dominical [es decir, “oración del Señor”] es

la más perfecta de las oraciones […] En ella, no sólo

pedimos todo lo que podemos desear con rectitud, sino

además según el orden en que conviene desearlo. De

modo que esta oración no sólo nos enseña a pedir, sino

que también forma toda nuestra afectividad.

—CIC, no. 2763, citando Santo Tomás de Aquino,

Summa Theologiae

, II-II, 83, 9

El Padrenuestro también se llama “La Oración del Señor” porque Jesús,

nuestro Señor y modelo de oración, es su autor. Existen dos versiones

del Padrenuestro en los Evangelios. La versión de San Lucas contiene

cinco peticiones. La de San Mateo lista siete. La liturgia de la Iglesia usa

la versión de Mateo.

San Agustín escribió siete comentarios sobre el Padrenuestro. La

profundidad de la oración le afectó tanto que escribió: “Recorred todas

las oraciones que hay en las Escrituras, y no creo que podáis encontrar

algo que no esté incluido en la oración dominical [el Padrenuestro]”

(

Carta

, 130, 12, 22). El Padrenuestro es una parte integral de las liturgias

sacramentales (Bautismo, Confirmación y la Unción de los Enfermos) y

de la Eucaristía misma. Durante la Misa, el Padrenuestro se reza después

de la Plegaria Eucarística, resumiendo las intercesiones de esa oración y

preparándonos para la Santa Comunión cuando recibimos a Jesucristo,