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Cuarta Parte. La Oración: La Fe Orada
misma. La prueba de esta generosidad es también lo que San
Pablo llama “La fuente de nuestra esperanza”. Es el amor de
Dios inundando nuestros más profundos corazones a través del
Espíritu Santo que nos ha dado (cf. Rm 5:5).
Esta no es una experiencia reservada para unos pocos
elegidos. Es un don disponible para todos los hombres y mujeres.
Para recibirlo debemos regresar al centro de nuestro ser, donde
encontramos la infusión del amor de Dios por el Espíritu
de Jesús.
—John Main, OSB,
Word into Silence
(Mahwah, NJ:
Paulist Press, 1981), 66-67 (v.d.t.)
ORACIÓN
Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.
—cf. Mt 7:9-13
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Digno es el cordero que fue inmolado,
De recibir el poder y la riqueza,
La sabiduría y la fuerza,
El honor, la gloria y la alabanza […]
Al que está sentado en el trono y al Cordero,
La alabanza, el honor, la gloria y el poder,
Por los siglos de los siglos.
—Ap 5:12-13