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Capítulo 4. Hacer Brotar la Obediencia de la Fe

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Señor mismo lo afirma: ‘El que crea y sea bautizado, se salvará; el

que no crea, se condenará’” (CIC, no. 183, citando Mc 16:16).

3

4.

La fe es un don de la gracia

. Dios no solo nos habla, sino que también

nos da la gracia para responderle. Para creer en la Revelación

necesitamos el don de la fe. Pedro fue capaz de ver que Jesús era

el Mesías, no por “la carne y la sangre”, es decir, no por medio de

la razón o el sentido común, sino por la gracias del Padre (cf. Mt

16:16-18). Cuando por la fe y el Bautismo entramos en la Iglesia, ya

compartimos la vida eterna. La fe percibe esto de formas aún más

profundas, como a través de un cristal oscurecido.

5.

La fe es un acto humano y libre

. La fe es un don de Dios que nos

permite conocer y amar a Dios. La fe es una forma de conocer, al

igual que lo es la razón. Pero vivir en fe no es posible salvo que

nosotros actuemos. Mediante la ayuda del Espíritu Santo, somos

capaces de tomar la decisión de responder a la Revelación Divina

y de seguir adelante viviendo nuestra respuesta. Dios nunca nos

impone su verdad ni su amor. Él se revela a nosotros como seres

humanos libres, y nuestra respuesta de fe en Él se toma dentro del

contexto de nuestra libertad. En Cafarnaún, Jesús preguntó a sus

Apóstoles: “¿También ustedes quieren dejarme?” Pedro responde

por ellos: “Señor, ¿a quién iremos?” (Jn 6:67-68). La respuesta de

Pedro es buscada con libertad y dada con libertad. Lo mismo sucede

con cada uno de nosotros.

6.

La fe cree con convicción en un mensaje.

Hemos visto que la fe

es una relación con Dios. Ahora apuntamos que es también una

creencia en un mensaje. El mensaje se encuentra en las Sagradas

Escrituras y en la Tradición y se nos es trasmitido a través de muchos

medios como lo son las oraciones litúrgicas y los Credos. La fe nos

llena con convicción porque Dios garantiza la veracidad de lo que

Él ha revelado. “Nuestra predicación del Evangelio entre ustedes

no se llevó a cabo sólo con palabras, sino también con la fuerza

del Espíritu Santo, que produjo en ustedes abundantes frutos” (1

Ts 1:5). El Espíritu nos ayuda a ser creyentes: “La fe es la forma de

3 Sobre la enseñaza de la Iglesia sobre la salvación de aquellos que no han conocido a Cristo

o el Evangelio, cf. CIC, no. 1260, y capítulo 11 de este libro.