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Primera Parte. El Credo: La Fe Profesada

creadas se mantienen limitadas y por tanto sujetas a la corrupción y

la muerte.

Como criaturas inteligentes y libres, tanto los ángeles como los

seres humanos deben caminar hacia su destino último haciendo uso de

su inteligencia y su voluntad de tomar decisiones libres. Ellos pueden

y deben decidir entre amar a Dios —quien les ha mostrado su amor

por ellos en la creación y la Revelación— y amar otra cosa. Por ello, el

mal moral —el mal del pecado— también puede existir en este caminar

(cf. CIC, nos. 309-313). Dios permite este mal moral en parte por el

respecto hacia el don de la libertad con el que fueron dotados los seres

creados. Pero su respuesta al mal moral es un acto de amor aún mayor,

mediante el envío de su Hijo quien ofrece su vida para llevarnos de vuelta

a Dios. “Porque él ha pagado por nosotros al eterno Padre la deuda de

Adán, y ha borrado con su sangre inmaculada la condena del antiguo

pecado […] Necesario fue el pecado de Adán, que ha sido borrado por

la muerte de Cristo. ¡Feliz la culpa que mereció tal Redentor” (Pregón

Pascual [

Exsultet

]).

Santa Catalina de Siena dijo a “aquellos que están escandalizados

y que se rebelan contra lo que les sucede a ellos”: “Todo proviene del

amor, todo está ordenado para la salvación del hombre, Dios no hace

nada sin tener en cuenta esta meta” (

Diálogo sobre la Providencia

, cap.

IV, 138 [v.d.t]).

CUESTIONES DE FE Y CIENCIA

La filosofía y teología católicas tradicionalmente han sostenido que el

intelecto humano llega a conocer la verdad mediante hallazgos científicos

y el razonamiento filosófico y puede incluso llegar a un conocimiento de

Dios y muchos de sus designios por medio de un entendimiento de las

realidades creadas.

La

Constitución Pastoral sobre la Iglesia en el Mundo Actual

(

Gaudium et Spes

; GS), del Concilio Vaticano II, enseña que “la

investigación metódica en todas las disciplinas, si se procede de un modo

realmente científico y según las normas morales, nunca estará realmente

en oposición con la fe, porque las realidades profanas y las realidades