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Primera Parte. El Credo: La Fe Profesada

que existe coherencia entre las verdades de la fe contenidas en las

Sagradas Escrituras (cf. CIC, nos. 112-114).

La Iglesia reconoce dos sentidos de las Escrituras, el literal y el

espiritual. Al examinar el significado literal de los textos, es necesario

determinar su forma literaria, tal como la historia, himnos, dichos

sapienciales, poesías, parábolas u otras formas de lenguaje figurativo.

El

sentido literal

“es el sentido significado por las palabras de la

Escritura y descubierto por la exégesis [el proceso que los eruditos

usan para determinar el significado del texto] que sigue las reglas de la

justa interpretación […] ‘Todos los sentidos de la Sagrada Escritura se

fundan sobre el sentido literal’” (CIC, no. 116, citando a Santo Tomás

de Aquino,

Summa Theologiae

I, 1, 10, ad 1).

Los sentidos espirituales de las Sagradas Escrituras derivan de la

unidaddel designiodeDios paranuestra salvación. El textode las Sagradas

Escrituras revela el designio de Dios. Las realidades y acontecimientos

de los que hablan también pueden ser signos del designio divino. Hay

tres sentidos espirituales de las Sagradas Escrituras:

1. El sentido

alegórico

. Podemos adquirir una comprensión

más profunda de los acontecimientos reconociendo su

significación en Cristo; así, el paso del Mar Rojo es un signo

de la victoria de Cristo y por ello del Bautismo.

2. El sentido

moral

. Los acontecimientos narrados en las

Escrituras pueden conducirnos a un obrar justo. [Como dice

San Pablo], fueron escritos “para nuestra instrucción” (1

Co 10:11).

3. El sentido

anagógico

. Podemos ver realidades y aconte-

cimientos en su significación eterna, que nos conduce (en

griego: “anagoge”) hacia nuestra Patria. Así, la Iglesia en la

tierra es signo de la Jerusalén celeste. (CIC, no. 117)

Se espera que los estudiosos bíblicos de la Iglesia trabajen según

estos principios para desarrollar un mejor entendimiento de las Sagradas

Escrituras para el bien del pueblo de Dios. La interpretación de las

Escrituras está sujeta en última instancia al juicio del Magisterio de la

Iglesia, el cual lleva a cabo la comisión divina de guardar e interpretar

autoritativamente la Palabra de Dios.