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Capítulo 14. La Celebración del Misterio Pascual de Cristo

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Las palabras y obras salvíficas de Jesucristo son los cimientos de lo

que Jesús comunicará en los sacramentos a través de los ministros de la

Iglesia. Guiada por el Espíritu Santo, la Iglesia reconoce la existencia

de siete sacramentos instituidos por el Señor. Son agrupados de la

siguiente manera:

• Sacramentos de la Iniciación Cristiana: Bautismo, Confirmación (o

Crismación, como se le llama en las Iglesias orientales) y Eucaristía

• Sacramentos de la Curación: Penitencia, Unción de los Enfermos

• Sacramentos al Servicio de la Comunión y Misión de los Fieles:

Orden sacerdotal y Matrimonio

¿Qué son los sacramentos? “Los sacramentos son signos eficaces de

la gracia, instituidos por Cristo y confiados a la Iglesia por los cuales nos

es dispensada la vida divina” mediante la acción del Espíritu Santo (CIC,

no. 1131; cf. no. 774).

Primero y sobre todo, los sacramentos son signos eficaces: es decir,

que son efectivos. En la vida humana se encuentran signos y símbolos

en todas partes. Porque somos tanto cuerpo como espíritu, expresamos

nuestro ser interior mediante signos y símbolos visibles. Los usamos para

comunicarnos entre nosotros cuando hacemos uso de palabras, gestos

y obras. Los signos sacramentales son diferentes en el sentido de que

Cristo los usa para otorgarnos su vida y su gracia. Cuando estos signos

sacramentales son celebrados, revelan y hacen presente la realidad que

significan. Son eficaces, es decir, son efectivos, porque Jesucristo actúa

en ellos. “El es quien bautiza, él quien actúa en sus sacramentos con el

fin de comunicar la gracia que el sacramento significa” (CIC, no. 1127).

A medida que reflexionemos sobre cada sacramento en particular en los

próximos capítulos de este

Catecismo

, veremos que cada sacramento

trae consigo alguna gracia en particular.

Segundo, Cristo instituyó los sacramentos. “Adheridos a la doctrina

de las Santas Escrituras, a las tradiciones apostólicas y al sentimiento

unánime de los Padres”, profesamos que “los sacramentos de la nueva

Ley fueron todos instituidos por nuestro Señor Jesucristo” (CIC, no.

1114, citando el Concilio de Trento: DS 1600-1601).