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Capítulo 2. Dios Sale a Nuestro Encuentro

• 21

• Mediante los profetas Dios preparó al pueblo de la alianza para

mirar hacia la futura venida del Mesías, quien traería la salvación

destinada para todas las gentes.

• La Revelación alcanzó su plenitud en el Hijo de Dios, Jesucristo.

El Hijo es la Palabra definitiva del Padre. No tendrá lugar ninguna

revelación pública nueva antes de la manifestación final y gloriosa

de Jesucristo.

• La Revelación de Dios se nos transmite por medio de la

Tradición Apostólica y las Escrituras. Este es el tema de nuestro

próximo capítulo.

MEDITACIÓN

Jesucristo es la revelación definitiva de Dios:

Cristo, el Hijo de Dios hecho hombre, es la Palabra única,

perfecta e insuperable del Padre. En Él lo dice todo, no habrá

otra palabra más que esta. San Juan de la Cruz, después de

otros muchos, lo expresa de manera luminosa, comentando Hb

1:1-2: “Porque en darnos, como nos dio a su Hijo, que es una

Palabra suya, que no tiene otra, todo nos lo habló junto y de

una vez en esta sola Palabra, y no tiene más que hablar; porque

lo que hablaba antes en partes a los profetas ya lo ha hablado

en el todo, dándonos al Todo, que es su Hijo. Por lo cual, el

que ahora quisiese preguntar a Dios, o querer alguna visión

o revelación, no sólo haría una necedad, sino haría agravio a

Dios, no poniendo los ojos totalmente en Cristo, sin querer otra

alguna cosa o novedad”.

CIC, no. 65, citando a San Juan de la Cruz,

Subida al Monte Carmelo

2, 22, 3-5