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Capítulo 11. Los Cuatro Atributos de la Iglesia

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LOS CUATRO ATRIBUTOS DE LA IGLESIA

Es Cristo, quien, por el Espíritu Santo, da a la Iglesia

el ser una, santa, católica y apostólica, y Él es también

quien la llama a ejercitar cada una de estas cualidades.

—CIC, no. 811

En las primeras profesiones de fe, la Iglesia Católica se identificó a sí

misma como “una, santa, católica y apostólica”. Encontramos estas

palabras en el Credo Niceno que se profesa durante la Misa dominical.

Tradicionalmente se refieren a lo que se conoce como los cuatro atributos

de la Iglesia, características que identifican a la Iglesia ante el mundo.

Unidos inseparablemente el uno al otro, estos cuatro atributos

indican características esenciales de la Iglesia y de su misión en el

mundo. Cada atributo está unido a los otros de tal manera que forman

una idea coherente e interrelacionada de lo que la Iglesia de Cristo debe

ser. Fortalecen la fe del creyente a la vez que atraen a los que no son

católicos a investigar en mayor profundidad lo que es la Iglesia. A causa

de la pecaminosidad de los miembros de la Iglesia, estos atributos no

son siempre vividos en su plenitud, así que debemos verlos como una

realidad y, a la vez, como un reto.

LA IGLESIA ES UNA

El atributo de ser “una” refleja la unidad de la Santísima Trinidad. El

Espíritu Santo, el vínculo de amor entre el Padre y el Hijo, une a todos

los miembros de la Iglesia en un pueblo de Dios. La Iglesia profesa un

solo Señor, una sola fe y un solo bautismo y forma un solo cuerpo (cf.

CIC, no. 866) bajo la dirección del Santo Padre, el sucesor de Pedro el

Apóstol. Dentro de la Iglesia existe una variedad de razas, naciones,

culturas, lenguas y tradiciones, las cuales son mantenidas unidas en una

común unión mediante el don del amor del Espíritu Santo. La unidad que

Cristo otorgó a su Iglesia es algo que ella nunca puede perder (cf. Concilio

Vaticano II,

Decreto sobre el Ecumenismo

[

Unitatis Redintegratio

; UR],

no. 4; CIC, nos. 813, 815).