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PREFACIO

I. El diaconado en el Concilio Vaticano II y en el período postconciliar: Revisión

histórica

1

1.

Uno de los grandes legados del Concilio Vaticano II fue el

restablecimiento y estímulo de la orden de diáconos en toda la

Iglesia Católica. La decisión del Concilio sobre el diaconado emanó

de las charlas sobre la naturaleza sacramental de la Iglesia. Los Padres del Concilio

presentaron en imágenes concisas, descriptivas y complementarias una amplia enseñanza del

magisterio: la Iglesia es “misterio”,

sacramento”, “comunión

y “misión”.

2

La Iglesia es

“como sacramento o señal e instrumento de la íntima unión con Dios y de la unidad de todo

el género humano . . .”

3

“La Iglesia…con todo su ser y en todos sus miembros ha sido

enviada para anunciar y dar testimonio, para actualizar y extender el Misterio de la

Comunión de la Santísima Trinidad”.

4

Este “mandato misionero”

5

es el sagrado derecho y

obligación de la Iglesia.

6

Por la proclamación de la palabra de Dios, en celebraciones

sacramentales y en respuesta a las necesidades de los demás, especialmente en su ministerio

de caridad y justicia, “la Iglesia es instrumento de Cristo . . . ‘sacramento universal de

salvación’, por medio del cual Cristo ‘manifiesta y realiza al mismo tiempo el misterio del

amor de Dios al hombre.’”

7

El diaconado: legado

del Concilio Vaticano

II

2.

Al centro de las enseñanzas del Concilio Vaticano II sobre la

Iglesia está el servicio o ministerio encomendado por Cristo a los

apóstoles y a sus sucesores. El obispado “es un verdadero servicio, y en la Sagrada Escritura

se llama muy significativamente ‘diakonía’ o sea ministerio.”

8

Los padres del Concilio

enseñan que los obispos, con la ayuda de los sacerdotes y los diáconos, han tomado, por

divina institución, el lugar de los apóstoles como pastores de la Iglesia.

9

Los sacerdotes y los

diáconos son considerados participantes complementarios pero subordinados en el ministerio

apostólico encomendado por Cristo a los apóstoles, con Pedro como su cabeza, y continuado

mediante sus sucesores, los obispos, en unión con el Romano Pontífice.

10

Refiriéndose a las

Un ministerio

apostólico

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