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deseos internos de placer sexual en nuestra búsqueda global de la excelen-

cia moral y la santidad. La castidad puede ser “una palabra impopular”,

pero como ha señalado el papa Francisco,

el amor es casto

.

17

“Todos

nosotros en la vida hemos pasado momentos en los que esta virtud era muy

difícil, pero es precisamente el camino de un amor genuino, de un amor

que sabe dar la vida, que no busca usar al otro para su propio placer”.

18

La castidad se opone a la lujuria, que es un deseo desordenado de

placer sexual distinto del verdadero significado de la sexualidad y el amor

conyugal.

19

Mientras que la lujuria usa a otra persona como un medio para

la gratificación sexual, la castidad afirma a la persona entera, cuerpo y

alma, más allá de sus cualidades sexuales. Nos ayuda a reconocer la gran

bondad y sentido profundo de la sexualidad humana y el deseo sexual

auténtico según lo ordenado para el amor del hombre y la mujer en el

matrimonio.

20

La persona casta busca también cultivar la virtud de la mod-

estia, que inspira la propia elección de la ropa y el comportamiento por

reverencia a la dignidad, incluso misterio, de uno mismo y los demás, una

reverencia que incluye aprecio y respeto por el cuerpo humano.

21

Aunque

vivir una vida casta es “una obra que dura toda la vida”,

22

es un camino

hacia el florecimiento humano. La castidad nos llama a confiar en la gracia

de Dios y perseverar con fortaleza para resistir la tentación y tomar la

decisión correcta en circunstancias difíciles.

Todos nosotros estamos llamados a vivir una vida casta. En el matri-

monio, la castidad adquiere el carácter de amor permanente, fiel y fruc-

tífero, e incluye la expresión íntima física y sexual del amor.

23

El bien del

placer sexual encuentra su lugar adecuado dentro del abrazo de marido y

mujer. En sus votos matrimoniales pronunciados ante Dios y la Iglesia, un

hombre y una mujer libremente y sin reservas se dan a sí mismos el uno al

otro como marido y mujer. El amor conyugal es integral, un don total de sí,

abierto a una nueva vida. Como atestigua la Sagrada Escritura, este amor

casto y santo recibe su significado y es una analogía del amor fiel y fruc-

tífero de Dios (véase Ef 5:32).

24

El pecado y la redención

Dios nos ha creado por amor y para el amor, pero sabemos que toda la

historia está marcada por el pecado de nuestros primeros padres y nuestro

propio pecado.

25

El pecado daña nuestras relaciones con Dios, con nosotros