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Primera Parte. El Credo: La Fe Profesada

como padre de una gran nación, la liberación del antiguo Israel de la

esclavitud en Egipto y su asentamiento en la Tierra Prometida, y su

solidificación como una nación mediante el reinado de David.

INSTITUIDA POR JESUCRISTO

Jesús llevó a su plenitud el designio de Dios para la Iglesia primero

mediante su predicación y dando testimonio de la Buena Nueva del

Reino, con sus dones de salvación del pecado y participación en la vida

divina. La semilla y el principio del Reino de Dios fue el pequeño rebaño

que Jesús pastoreó como si fuese su familia. Jesús instituyó los principios

de una estructura visible de la Iglesia que permanecerán hasta que el

Reino sea totalmente una realidad, mediante su elección de los Doce

Apóstoles, con Pedro como cabeza.

Mediante su Cruz, Jesús dio a luz a la Iglesia:

Pero la Iglesia ha nacido principalmente del don total de Cristo

por nuestra salvación, anticipado en la institución de la Eucaristía

y realizado en la Cruz. “El agua y la sangre que brotan del

costado abierto de Jesús crucificado son signo de este comienzo

y crecimiento”. “Pues del costado de Cristo dormido en la cruz

nació el sacramento admirable de toda la Iglesia”. Del mismo

modo que Eva fue formada del costado de Adán adormecido,

así la Iglesia nació del corazón traspasado de Cristo muerto en

la Cruz. (CIC, no. 766, citando LG, no. 3, y SC, no. 5)

REVELADA POR EL ESPÍRITU

El Espíritu Santo reveló la Iglesia en Pentecostés, descendiendo sobre los

Apóstoles y los discípulos con el fuego transformador, formándolos en

una comunidad visible y dándoles el poder necesario para proclamar el

Evangelio de Jesucristo.

Los primeros Padres de la Iglesia enseñaron que existía un lazo

inseparable entre el Espíritu Santo y la Iglesia: “Donde está la Iglesia,

también allí está el Espíritu de Dios; donde está el Espíritu de Dios, allí

está la Iglesia” (San Irineo,

Contra Herejes

, III, 24.1 [v.d.t.]). La presencia