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Tercera Parte. La Moralidad Cristiana: La Fe Vivida
1. Necesitamos contrarrestar el relativismo que pone en peligro
la vida humana, reconociendo que la libertad humana necesita ser
consistente con los propósitos de Dios y las leyes que rigen la vida moral.
2. Debemos dar testimonio de la presencia providencial de Dios a
toda la creación, y en particular a cada ser humano. “Cuando se niega
a Dios y se vive como si no existiera, o no se toman en cuenta sus
mandamientos, se acaba fácilmente por negar o comprometer también
la dignidad de la persona humana y el carácter inviolable de su vida”
(Papa Juan Pablo II,
Sobre el Valor y el Carácter Inviolable de la Vida
Humana
[
Evangelium Vitae
; EV], no. 96).
3. Necesitamos afrontar el debilitamiento de la conciencia en la
sociedad moderna. Demasiada gente fracasa al distinguir entre el bien
y el mal cuando se trata del valor de la vida humana. La confusión
moral lleva a muchos a apoyar opciones y políticas que profanan la vida.
Opciones que una vez habían sido consideradas criminales e inmorales
son ahora socialmente aceptables. Muchas conciencias que antes fueron
formadas por los Diez Mandamientos, por las enseñanzas morales de
Cristo y por la orientación llena de gracias del Espíritu Santo ahora se
tambalean a causa de la confusión moral del espíritu de estos tiempos.
Deberíamos tratar el debilitamiento de la conciencia ayudando a la
gente a comprender la enseñanza de la Iglesia sobre la conciencia como
la capacidad de formar juicios que concuerdan con la ley de Dios, para
proteger la dignidad humana y rechazar aquello que la degrade.
TEMAS DE LA VIDA A LOS QUE
NOS ENFRENTAMOS
El Homicidio
El homicidio voluntario de un inocente es gravemente
contrario a la dignidad del ser humano, a la regla de oro
y a la santidad del Creador.
—CIC, no. 2261