Objetivos
107. Los diáconos tienen un papel importante en el campo del
desarrollo humano y de la promoción de la justicia. Por su inmersión
en la sociedad, en su vida y en su trabajo, pueden comprender,
interpretar y tratar de brindar soluciones a problemas personales y sociales a la luz del
Evangelio. Por lo tanto, los diáconos necesitan acercarse a la gente, ayudándola a
comprender las realidades de la vida social para que pueda tratar de mejorarla. Los
diáconos deben tener el valor de hablar en favor de los pobres y de los débiles, y de
defender sus derechos. Como una voz profética en defensa de las necesidades de los demás,
el diácono proclama la palabra de Dios en el mundo contemporáneo. En esta función
evangelizadora, el diácono colabora con el obispo diocesano en cuanto a la responsabilidad
del obispo por la catequesis en la iglesia local.
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La Congregación para la Evangelización de
los Pueblos, en su
Guía para catequistas
, ofrece los siguientes atributos para catequistas
que se aplican igualmente a los diáconos:
Cultivar cualidades
con miras al
ministerio diaconal
a.
en la esfera puramente humana: equilibrio sicofísico
—
buena salud, sentido
de responsabilidad, honestidad y dinamismo; buena conducta profesional y
familiar, espíritu de sacrificio, fortaleza, perseverancia . . .;
b.
con miras a sus funciones como diácono: buenas relaciones humanas,
facilidad para dialogar con miembros de otras religiones, comprensión de la
cultura propia, habilidad para comunicarse, deseo de trabajar con otros,
cualidades de liderazgo, juicio imparcial, mente receptiva, un sentido
realista, una capacidad de transmitir consuelo y esperanza . . .;
c.
con miras a situaciones o funciones especiales: aptitudes para trabajar por la
paz, el desarrollo, la promoción socio-cultural, la justicia, la salud. . . .
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