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Capítulo 23. La Vida en Cristo — Primera Parte

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El Ejercicio Responsable de la Libertad

El segundo elemento de la vida en Cristo es el ejercicio responsable de

la libertad. Sin libertad, no podemos hablar de la moralidad o de la

responsabilidad moral de forma que tenga sentido. La libertad humana

es más que una capacidad para elegir entre una cosa y la otra. Es el

poder concedido por Dios para convertirnos en quienes Él nos creó para

que fuésemos y así compartir la unión eterna con Él. Esto sucede cuando

elegimos consistentemente lo que está en armonía con el designio de

Dios. La moralidad cristiana y la ley de Dios no son arbitrarias, sino que

nos han sido dadas específicamente para nuestra felicidad. Dios nos dio

inteligencia y la capacidad para obrar libremente. En última instancia,

la libertad humana radica en nuestra libre decisión de decir “sí” a Dios.

En contraste, hoy mucha gente entiende la libertad humana simplemente

como la habilidad de tomar una decisión, sin ninguna norma objetiva o

bien como fin.

Una tendencia opuesta a la que hace del acto de elegir el núcleo de

la libertad humana es aquella que niega que seamos libres en absoluto.

Algunas personas creen que debido a fuerzas exteriores, compulsiones

internas, presiones sociales, experiencias infantiles o nuestra estructura

genética, nuestro comportamiento está ya determinado y que no somos

verdaderamente libres. Aunque reconocemos que “la imputabilidad o

la responsabilidad de una acción puede quedar disminuida o incluso

anulada por la ignorancia, la violencia, el temor y otros factores

psíquicos o sociales” (CIC, no. 1746), normalmente seguimos siendo

libres y responsables de nuestras acciones. Nuestra libertad puede estar

limitada pero aún así es real.

La mejor forma de crecer en libertad es realizando actos bondadosos.

Los actos buenos nos ayudan a hacernos libres y a desarrollar buenos

hábitos. Las malas acciones nos llevan a la pérdida de libertad. El pecado

nos hace esclavos del mal y reduce nuestra capacidad de ser libres.

La libertad proviene de ser morales. La esclavitud al pecado surge de

ser inmorales.