Capítulo 29. El Quinto Mandamiento: Promueve la Cultura de la Vida
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es una grave ofensa cuando, por obra u omisión, uno lleva a otra
persona a pecar gravemente (cf. CIC, nos. 2284-2287).
• El Quinto Mandamiento también prohíbe otros pecados: la
intolerancia y el odio, el abuso físico o emocional, la violencia de
cualquier tipo contra otra persona, la desatención a la salud propia
y el abuso del alcohol y de las drogas (cf. CIC, nos. 2288-2291).
MEDITACIÓN
La sangre de Cristo manifiesta al hombre que su grandeza, y
por tanto su vocación, consiste en el don sincero de sí mismo.
Precisamente porque se derrama como don de vida, la sangre de
Cristo ya no es signo de muerte, de separación definitiva de los
hermanos, sino instrumento de una comunión que es riqueza
de vida para todos. Quien bebe esta sangre en el sacramento
de la Eucaristía y permanece en Jesús (cf. Jn 6:56) queda
comprometido en su mismo dinamismo de amor y de entrega
de la vida, para llevar a plenitud la vocación originaria al amor,
propia de todo hombre (cf. Gn 1:27; 2:18-24).
Es en la sangre de Cristo donde todos los hombres encuentran
la fuerza para comprometerse en favor de la vida. Esta sangre
es justamente el motivo más grande de esperanza, más aún, es el
fundamento de la absoluta certeza de que según el designio divino
la vida vencerá. “No habrá ya muerte”, exclama la voz potente
que sale del trono de Dios en la Jerusalén celestial (Ap 21:4). Y
san Pablo nos asegura que la victoria actual sobre el pecado es
signo y anticipo de la victoria definitiva sobre la muerte, cuando
“se cumplirá la palabra que está escrita: ‘La muerte ha sido
devorada en la victoria. ¿Dónde está, oh muerte, tu victoria?
¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón?’” (1 Co 15:54-55).
—Papa Juan Pablo II, EV, no. 25