Capítulo 36. Jesús Nos Enseñó a Rezar
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• “‘Nuestro pan’ designa el alimento terrenal necesario para la
subsistencia de todos y significa también el Pan de Vida: Palabra de
Dios y Cuerpo de Cristo” (CIC, no. 2861).
• “La quinta petición implora para nuestras ofensas la misericordia
de Dios, la cual no puede penetrar en nuestro corazón si no hemos
sabido perdonar a nuestros enemigos, a ejemplo y con la ayuda de
Cristo” (CIC, no. 2862).
• “Al decir: ‘No nos dejes caer en la tentación’, pedimos a Dios que no
nos permita tomar el camino que conduce al pecado. Esta petición
implora el Espíritu de discernimiento y de fuerza; solicita la gracia
de la vigilancia y la perseverancia final” (CIC, no. 2863).
• “En la última petición, ‘y líbranos del mal’, el cristiano pide a
Dios con la Iglesia que manifieste la victoria, ya conquistada por
Cristo, sobre el ‘Príncipe de este mundo’, sobre Satanás, el ángel
que se opone personalmente a Dios y a Su plan de salvación” (CIC,
no. 2864).
• Concluimos con el “Amén”, que significa “Así sea”. Gozosamente
ratificamos las palabras que Cristo nos enseñó (cf. CIC, no. 2856).
MEDITACIÓN
La correcta ordenación de nuestras actividades externas
solo se puede conseguir una vez que hayamos reestablecido
contacto consciente con el centro de todas estas actividades y
preocupaciones. Este centro es el objetivo de nuestra meditación.
En palabra de Santa Teresa de Jesús: “Dios es el centro del
alma”. Cuando nuestro acceso a este centro se abre, el Reino
de Dios es establecido en nuestros corazones. Ese Reino no es
nada menos que el poder presente y la vida omnipresente de
Dios impregnando toda la creación. En palabras de San Juan
Casiano: “Aquel que es el autor de la eternidad no pediría nada
de los hombres que fuese incierto, insignificante o temporal”.
Esto es así no porque Él no quiere que gocemos de las buenas
cosas de la vida, sino porque solo las podemos gozar plenamente
cuando hayamos recibido el don de sí mismo quien es la bondad