esparciéndose y aplicándose a las cambiantes circunstancias y retos de la humanidad. Al vivir
por el poder del Espíritu Santo y seguros de que Cristo vendrá de nuevo glorioso, los
cristianos ofrecen a los demás esperanza para vivir, animándolos también a abrazar a Cristo y
a vencer las fuerzas del mal. En los sacramentos, que simbolizan y convierten en realidad los
dones de Dios que son origen, centro y destino de la vida de la Iglesia, el poder de la
redención de Jesucristo se manifiesta una y otra vez en el mundo. En su ministerio de la
caridad y de la justicia, la Iglesia “abraza a todos los afligidos por la debilidad humana, más
aún, reconoce en los pobres y en los que sufren la imagen de su Fundador pobre y paciente,
se esfuerza en aliviar sus necesidades y pretende servir en ellos a Cristo.”
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Así, en la
comunión de vida, amor y servicio, bajo el liderazgo de los sucesores de los apóstoles, se
ofrece al mundo una visión de la humanidad reconciliada.
III. Comunión y misión de la Iglesia
Los sacramentos de iniciación cristiana: Bautismo, Confirmación y Eucaristía
22. La iniciación en la Iglesia, el Cuerpo de Cristo, sucede primero
mediante el sacramento del Bautismo
—
la emanación del Espíritu
Santo. En el Bautismo, cada miembro de la Iglesia recibe nueva vida
en el Espíritu y viene a ser miembro del Cuerpo de Cristo
—
participante en la nueva
creación. Esta nueva vida se fortalece en el sacramento de la Confirmación, por el cual el
bautizado recibe el Espíritu, se une más íntimamente a la Iglesia y se compromete a ser
testigo de Cristo, a esparcir y a defender la fe con palabras y obras. En el sacramento de la
Eucaristía, el hijo de Dios recibe el alimento de la nueva vida, el cuerpo y la sangre de Cristo.
En esta Santa Comunión, Cristo une a cada uno de los bautizados con todos los fieles en un
cuerpo —la Iglesia:
Iniciación en la
comunión y misión de
la Iglesia
El Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía son los sacramentos de la iniciación
cristiana. Fundamentan la vocación común de todos los discípulos de Cristo, que es
vocación a la santidad y a la misión de evangelizar el mundo. Confieren las gracias
necesarias para vivir según el Espíritu en esta vida de peregrinos en marcha hacia la
patria.
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