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ayudarles y a servirles. Por eso, el término “

sacerdos”

designa, en el uso actual, a los

obispos y a los presbíteros, pero no a los diáconos. Sin embargo, la doctrina católica

enseña que los grados de participación sacerdotal (episcopado y presbiterado) y el

grado de servicio (diaconado) son los tres conferidos por un acto sacramental llamado

“ordenación”, es decir, por el sacramento del Orden.

16

26.

San Pablo indica que el Espíritu Santo es la fuente de todos los

ministerios en la Iglesia y que esos servicios están bien

diferenciados.

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La distribución de los dones ministeriales sigue un diseño establecido por

Cristo:

Primacía del

ministerio apostólico

En la constitución del cuerpo de Cristo hay variedad de miembros y de ministerios.

Uno mismo es el Espíritu que distribuye sus diversos dones para el bien de la Iglesia,

según sus riquezas y la diversidad de los ministerios. Entre todos estos dones

sobresale la gracia de los apóstoles, a cuya autoridad subordina el mismo Espíritu

incluso a los carismáticos.

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IV. Restablecimiento de la Orden de los Diáconos

27.

Los Padres del Concilio Vaticano II, consideraron seriamente

el papel del diácono al cual se refiere San Pablo en su primera carta a

Timoteo, recordándonos que “los que ejercen bien el diaconado

alcanzarán un puesto honroso y gran autoridad para hablar de la fe que tenemos en Cristo

Jesús”.

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Fue pues, por serias razones pastorales y teológicas que el Concilio decidió

restablecer el Orden de los Diáconos como un rango permanente en la jerarquía de la Iglesia.

Diaconado: Un rango

permanente en la

jerarquía

28.

El sacramento del Orden Sagrado marca a los diáconos “con

un

sello

(‘carácter’) que nadie puede hacer desaparecer y que los

configura con Cristo que se hizo ‘diácono’, es decir, el servidor de todos”.

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Para este nivel

de las Órdenes Sagradas, Cristo llama y la Iglesia pide al obispo ordenar diáconos para ser

consagrados testigos para servir. En su exhortación postsinodal

La Iglesia en América,

el

papa Juan Pablo II hace propias las palabras de los obispos en esa reunión: “Aquí se ve con

El diácono: figura de

Cristo servidor

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