diferencias culturales, reconociendo las circunstancias históricas que han experimentado
estas comunidades. Además, es importante tener cierto conocimiento de sus estructuras y
tradiciones familiares. Esta orientación y sensibilidad cultural/racial/étnica permite a los
reclutadores y a los responsables de su formación discernir y fomentar competentemente las
vocaciones al diaconado dentro de esas comunidades de fe.
II. El misterio de la vocación
165. “La historia… de toda vocación cristiana, es la historia de un
inefable diálogo entre Dios y el hombre
, entre el amor de Dios que
llama y la libertad del hombre que responde a Dios en el amor.”
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Este llamado de Dios se
muestra primero en la recepción de los sacramentos de iniciación cristiana. De este cuerpo de
creyentes Cristo llama a algunos discípulos, y la Iglesia, discerniendo sus carismas
vocacionales, pide al obispo ordenarlos al servicio de toda la Iglesia.
Llamado personal y
público
166. De la experiencia de la restauración del diaconado en los
Estados Unidos, ciertos patrones de comportamiento se han destacado
entre diáconos ejemplares: una “inclinación natural del espíritu para servir a la . . .
comunidad cristiana”,
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y a todos los necesitados; madurez síquica; capacidad de diálogo y de
comunicación, que implica un sentido de docilidad y apertura; la capacidad de compartir su
fe y al mismo tiempo escuchar respetuosamente los puntos de vista de los demás; la
capacidad de escuchar con atención y sin prejuicios
—
respetando a las personas en el
contexto de su religión, raza, género, etnia y cultura; buenas facultades de comunicación; un
sentido de responsabilidad que incluya el cumplimiento de su palabra y la ejecución de su
tarea; responsabilidad autodirigida y cooperativa; juicio balanceado y prudente; generosidad
en el servicio; y la capacidad de conducir, motivar, facilitar y animar a otros a actuar y servir
debidamente.
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Llamado al
diaconado
167. Este perfil se completa con ciertas cualidades espirituales y evangélicas. Entre ellas
están una fe profunda; buena reputación cristiana; participación activa en el apostolado de la
Iglesia; integridad personal, madurez y santidad; participación regular en la vida sacramental
de la Iglesia; evidencia de un reconocido, compromiso continuo con la vida y el servicio de
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