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tiempo de aclarar la distinción esencial entre la vida ordenada y la familiar, y la completa

independencia del ministerio diaconal.

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140. Los hijos de los participantes también necesitan ser incluidos

en el proceso de formación “en las formas que se consideren

oportunas.”

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Esto dependerá, entre otras consideraciones, de su edad, circunstancias e

intereses. Estas ocasiones ofrecen oportunidades a padres e hijos para apoyarse y ayudarse

mutuamente a mantener una comunicación abierta y claras expectativas. Se debe animar

especialmente a los hijos pequeños y adolescentes, a expresar sus temores sobre el papel

público de este ministerio y la forma en que afecta sus vidas tanto en familia como entre

sus compañeros. Deben expresar honestamente sus preocupaciones sobre el compromiso de

tiempo y energía de sus padres, y lo que esto significa para la vida de la familia y de cada

miembro. Ésta no es sólo una inquietud familiar; es una inquietud de la formación.

El papel de los hijos

141. La formación diaconal de un hombre puede ser un regalo en la

vida de su familia, ofreciéndoles la oportunidad de explorar juntos el

significado del discipulado, de la Iglesia y de las vocaciones de la iglesia. Puede fortalecer

los lazos entre padres e hijos por la oración, comunicación y virtudes compartidas. Puede

también ser una poderosa experiencia de comunidad, servicio y compasión.

Formación y vida

familiar

El participante no-casado

142. Lo que se ha descrito referente al papel de la familia en la

formación de un hombre casado también se aplica a la familia de un

participante no-casado decir, alguien que nunca se ha casado, o que ahora es viudo o

divorciado.

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Su familia debe igualmente ser invitada a compartir cuando sea posible, la

formación comunitaria. Sus padres y hermanos, hijos y parientes necesitan tener una buena

base para entender el ministerio del diácono, y poder apoyarlo y alentarlo en su vocación.

Apoyar y animar su

vocación

143. El participante no-casado debe comprender verdaderamente el significado de la

castidad célibe y su conexión con el ministerio diaconal.

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Para vivirlo en forma

productiva, el valor del celibato debe internalizarse. Para alcanzar estos fines, el

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